«Cuando haces ese ejercicio de volcar tus traumas a través del arte, (el dolor) cambia de forma, se vuelve menos ominoso y amenazante. Se convierte en algo que puedes controlar, en lugar de que te controle a ti».Billy Crystal,comediante
La cultura de la «cancelación», esa que obliga a vetar temas y personas por ser demasiado polémicos, ha dado un fuerte golpe a la comedia mundial, al grado de que los artistas temen ser criticados por sus comentarios.
A sus 72 años, y celebrando 45 de exitosa trayectoria, el actor Billy Crystal, próximo a estrenar su último filme, Standing Up, Falling Down, se siente sumamente conflictuado por esa bizarra realidad en la que vivimos.
Y es que está consciente de que cada vez es más difícil bromear sobre asuntos delicados sin terminar ofendiendo a alguien, y, en consecuencia, ser estigmatizado y señalado por la sociedad.
«Creo que estamos en un tiempo muy interesante y retador para todos los artistas. Sí es genial que todos seamos más conscientes de lo que pasa en el mundo, pero creo que el trabajo de los comediantes siempre es ir al abismo de las cosas, empujar las ideas», reflexiona Crystal, en entrevista exclusiva por videollamada.
«Conozco a grandes comediantes y standuperos que ya no quieren dar shows en las escuelas y en las universidades, porque ahora todo le molesta a alguien y todos son muy sensibles. Parece que ya no existe la libertad de pensamiento, ¡ahora todos condenan a todos!».
Reconocido mundialmente por filmes clásicos de comedia como Cuando Harry Conoció a Sally (1989), Olvídate de París (1995) y Analízame (1999), Crystal confía en que todo volverá a la normalidad pronto.
«Esa intolerancia me preocupa mucho, pero espero que cuando termine esta cosa horrible que es la pandemia, y esta enfermedad, las artes en particular puedan brillar de nuevo», puntualiza.
«Confío en que la gente se dará cuenta realmente de cuánto necesitamos reírnos y entretenernos».
Ícono del humor
William Edward Crystal (su nombre real) inició su carrera como artista de improvisación en clubes de comedia neoyorquinos, lo que lo llevó a formar parte del programa emergente Saturday Night Live.
Amigo de Robin Williams, John Belushi, Joan Rivers y Dana Carvey, desde joven supo que usar el humor como filtro para las inseguridades y para hacer frente a las injusticias, era el camino adecuado.
Algo que, desgraciadamente, ya no cualquiera se puede dar el lujo de cristalizar en esta época.
«Creo que el arte es una válvula de escape para los problemas internos. Los pintores pintan; los poetas hacen poesía, y los comediantes hacen reír. Como artista, siempre tratas de canalizar el dolor en algo positivo».
Escritor, productor, cantante, director y presentador de televisión, Crystal no es ajeno a ese lado oscuro que tanto caracteriza a los humoristas, con la diferencia que él ha sabido canalizarlo hacia lo positivo.
«Cuando escribí la historia para Perdidos en el Oeste (City Slickers), acababa de cumplir 40 años y no me sentía muy feliz con lo que pasaba en mi vida, me sentía como si todo pasara a gran velocidad.
«Pero de ahí salió esta historia sobre un grupo de amigos que se guardan secretos entre ellos y van a este viaje introspectivo para recuperar su sonrisa. Esa fue una experiencia que quizá no fue la más feliz para mi, pero terminó siendo muy buena», rememora, dibujando una gran sonrisa en su rostro.
Suertudote
Perdidos…, así como gran parte de sus películas, incluyendo la exitosa saga de Monsters Inc., donde da voz en inglés a Mike Wazowski, casi siempre han gozado del cariño de la crítica y la audiencia.
Sin embargo, también reconoce que ha corrido con suerte, pues varios chistes, situaciones y comentarios ácidos que incluía en su trabajo, quizás no hubieran tenido el mismo éxito y aceptación en esta era tan sensible.
«Presenté los Óscares nueve veces; hice tres veces los Grammy, y ocho Comic Relief junto a Robin Williams y Whoopi Goldberg, así que me encanta ser host, pero todo eso lo hice mucho antes de que existieran las redes sociales», explica el ganador de seis Emmys.
«Antes te interesaba saber la opinión de dos o tres críticos de renombre, pero ahora, con esta nueva tecnología, ya hay 2 mil millones de supuestos críticos en todo el mundo. Ya no es tan divertido como antes».
En una época en donde el Óscar y otras ceremonias han optado por ya no usar un host (generalmente un comediante) para evitar entrar en polémicas, Crystal defiende la importancia de este puesto en ciertas galas.
«Creo que los programas en vivo necesitan a alguien que los guíe», enfatiza el neoyorquino.
«Los mejores momentos para mí eran cuando pasaba algo inesperado. Por eso necesitas a alguien que esté al mando, que sepa jugar con los inesperado, de otra forma se torna muy aburrida una ceremonia».