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Por Yuriria Sierra
¿Rebrote?
El virus se comporta igual en todas partes del mundo; las personas también. No es tema de unos días, ya van semanas en que en Europa, por ejemplo, las calles de Berlín, Londres, Madrid o París se llenan de ciudadanos descontentos con las medidas ante la emergencia sanitaria
“Hacemos un llamado a la sociedad a tener presente lo que estamos diciendo en este momento. Estamos con signos tempranos de un repunte, de un rebrote, de una reactivación, de un cambio en la tendencia de la epidemia de covid-19…”, alertó Hugo López-Gatell la noche del lunes, en su conferencia en Palacio Nacional. El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, hizo lo propio desde su trinchera: “El énfasis se tiene que seguir poniendo en la contención de la pandemia (…) El mayor riesgo para las actividades económicas, hoy, no está en las condiciones económicas, sino en el riesgo de un rebrote…”. Sin embargo, horas después, ambos funcionarios fueron desmentidos al estilo del Presidente: “Hay descensos en 20 estados (…) No hay todavía rebrotes, hay algunos estados en donde ha aumentado el contagio, pero no se puede hablar de un rebrote…”.
¿Hay o no hay rebrote? ¿Dónde estamos? La CDMX advirtió el viernes pasado que el número de nuevos casos ascendió luego de varias semanas en descenso. Lo mismo informaron otras entidades, ésas a las que se refirió el Presidente. En otros países, la baja de contagios fue clara, pero han reportado nuevos luego de que las medidas de restricción se levantaron. Aquí no hemos salido de la primera ola y parece que ya vamos rumbo a la segunda, pese a lo que diga el Presidente. El virus se comporta igual en todas partes del mundo; las personas también.
No es tema de unos días, ya van semanas en que en Europa, por ejemplo, las calles de Berlín, Londres, Madrid o París se llenan de ciudadanos descontentos con las medidas ante la emergencia sanitaria. En estas ciudades, tras estas movilizaciones, han visto un repunte en su incidencia de la covid-19. Desde hoy, por ejemplo, Irlanda se convierte en el primer país en regresar al confinamiento en ese continente. La capital francesa, junto a otras ocho ciudades galas, vive bajo toque de queda. En Madrid están a un par de días de que venza el plazo de las últimas medidas impuestas, pero ya evalúan ingresar también a la lista de regiones con movilidad limitada por la noche.
Las fiestas clandestinas, las playas llenas de turistas, las reuniones de grupos de más de seis personas se han convertido en ese cotidiano que se aferra a regresar a esa normalidad que conocíamos hace un año, pasando por encima de la responsabilidad y el compromiso que se tiene por la salud del otro.
El virus se comporta igual en cualquier región del mundo. No cambia por lo que diga un presidente; pero tampoco porque se piense que “a mí no me va a pasar”. Una boda con 300 invitados se realizó en Baja California hace unos días. Nadie portaba cubrebocas, nadie seguía las medidas sanitarias.
Desde luego que importa el mensaje que se dé en Palacio Nacional. Es necesario que se pongan de acuerdo. Es su trabajo y así están dibujando su paso por el Estado. Y mientras lo hacen, importa el comportamiento de cada uno de nosotros para contribuir a que esto pase pronto. Una salida en familia, una comida con diez personas o un concierto, nos urgen, sí, pero hoy significan semanas más de espera para que la vida se parezca a la que una vez conocimos.