La milenaria tradición de los altares de muertos, donde se coloca una fotografía para recordar al ser que se adelantó en el camino, y el pan de muerto que representa el cráneo y los huesos de la persona, es una experiencia que se vive intensamente, al sentir la presencia de nuestros seres amados, señaló la directora del departamento de Educación Municipal, Carmen Villalobos.
Dijo que esta celebración mexicana, abarca varios días, comenzando a partir del 29 de octubre, cuando se celebra a los muertos que fallecieron en circunstancias violentas, posteriormente llegan el 30 y 31 de octubre, para recordar a todos los bebes que murieron al nacer o que nacieron muertos.
Posteriormente llega el primero de Noviembre, día en que se espera la llegada de los angelitos, refiriéndose a los niños que fallecieron poco después de nacer y hasta la edad de 10 u 11 años aproximadamente, para luego dar paso al 02 de noviembre, día de todos los fieles difuntos.
Es en estas fechas cunado cuando muchas familias en nuestro país, levantan en sus hogares, los altares de muertos dedicados a sus seres queridos, donde colocan diferentes ofrendas como el agua para que no llegue sediento de su viaje al mundo de los vivos, también se colocan alimentos, bebidas y golosinas que le gustaban en vida, también, se colocan velas para alumbrar el camino que el ánima deberá seguir hasta llegar a donde lo esperan sus familiares y amigos.
Carmen Villalobos, agregó que de acuerdo a la leyenda, nuestros antepasados también colocaban un pequeño cofre con monedas, que representaban el pago a Caronte, que era el barquero de Hades, y encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes, de un lado a otro del río que separaba al mundo de los muertos de los vivos.
En estos altares de muertos no pueden faltar la flor de cempasúchil, el incienso que representa la guía del ánima, mientras que las tradicionales calaveritas de azúcar y amaranto, significan la alegría de saber que los seres queridos que amamos en vida, estarán con nosotros esta noche.