
Desde el mes de mayo, Guadalupe de Lucio inició la elaboración de las coronas y arreglos florales que cada año comercializa a las afueras del panteón San Ignacio, en Ramos Arizpe.
La pandemia ya había llegado, pero -como muchos- consideró en que pronto habría de superarse y era impensable la posibilidad de que su negocio pudiera cancelarse.
Cinco meses después, doña Lupita se enfrenta al amargo escenario de que casi toda su mercancía deberá ser desechada ya que, el cierre de panteones y la escasa actividad en los días permitidos, frenó las ventas proyectadas.
“Hice 150 piezas, entre coonas, cruces, y arreglos, y solo llevo tres coronas vendidas. Por el tipo de materiales es imposible guardarlas para el próximo año, ni tampoco tengo espacio”, dijo en un semblante de preocupación y angustia.
Alrededor de 5 mil pesos invirtió en la producción de este año, misma que – como última opción- decidió rematar para recuperar lo más posible.
Guadalupe es una de las 4 vendedoras que decidió instalarse a las afueras del panteón San Ignacio y que, durante toda esta semana, ha generado ventas mínimas.
“Yo tengo ya seis años viniendo aquí y es lo peor que me ha pasado, llevo solo dos coronas vendidas, así es que mejor me traje unas frituras y agua para venderle a la poquita gente que está viniendo”, comentó a su vez Naomi García, oferente de la colonia Analco.
Es poca la gente que llega al camposanto, y en su mayoría ya llevan los arreglos florales que colocarán en las tumbas, lo que afecta notablemente a quienes generaban aquí buenos ingresos desde días antes del 1 de noviembre.
Junto a Guadalupe y Naomi está María de Jesús Vera, quien llegó al panteón con 15 pollos para vender asados.
“Y no he vendido uno solo, ni creo venderlo”, reconoció.
Las emprendedoras están a la espera de que, este viernes, haya un poco más de afluencia y recuperen un poco de la inversión hecha para sus productos.