Torreón, Coahuila. – La pandemia desatada por el Covid-19 sacudió al mundo en todos los sentidos. La parte emocional no fue la excepción y destaca la pregunta sobre cómo lidiar con la pérdida de un ser querido ante un escenario que me prohíbe muchas cosas.
Mario Alberto Carrillo, tanatólogo y director del Centro Académico y Psicológico de Educación para el Desarrollo (CAPED) Laguna, explica que la pandemia representa un acontecimiento disruptivo que a finales del año pasado se veía muy lejano, pero que la muerte en diferentes aristas la fue acercando a la población.
Refiere que conforme las semanas de 2020 transcurrieron, la pandemia se extendió por todo el mundo y luego nos acercó más y más a la muerte en facetas más significativas.
“Se fue acercando cada vez más y nos dimos cuenta que nuestros seres queridos están contagiados y que algunos de ellos fallecen, es decir, la muerte en segunda persona y además de eso asociado a la pandemia viene la situación de aislamiento necesario que se vive primero en casa y de alguna manera todos sufrimos los primeros meses”.
Sin embargo, indica que la parte más complicada es para las personas que les toca ver a un ser querido decaer por el virus y llevarlo al hospital, donde en algunos casos comienza el duelo por no saber mucho sobre su estado porque queda aislado.
“Cuando la enfermedad desencadena la muerte una de las situaciones más dolorosas es el no poderse despedir de tu ser querido en el momento, estar presente y toda la incertidumbre de qué es lo que le está pasando porque únicamente recibo una o dos llamadas al día”.
Puntualiza que las consecuencias de la pérdida afectan de diferentes maneras y llevan a cuestionarse sobre las mismas creencias religiosas que se tienen.
Afirma que esta situación se complica por la cancelación o modificación de los rituales funerarios como velorios, pues da la impresión que no todos pueden despedirse del ser querido por las restricciones en cuanto a asistentes.
El especialista destaca que algo que agrava más la situación es que en muchas ocasiones por los protocolos sanitarios no hay un cuerpo al que llorar o despedirse, lo cual incluso hace dudar a la persona sobre si realmente es su familiar el que está en una urna con las cenizas.
“La mayoría de las veces no hay ni un cuerpo para llorar, te entregan las cenizas y entonces la gente duda de si será o no”.
A pesar de eso, refiere que hay laguneros que lograron adaptar las despedidas de sus seres queridos a la nueva normalidad, siendo mediante actos virtuales que se monta un altar en el que hay oraciones en que piden por el eterno descanso de quien murió.
“Sabemos que hay gente que abre espacios privados en Facebook o YouTube para poder acompañar a las familias. Desde luego que no sustituye la presencia física, pero sí se están dando estos cambios e incluso en la fe católica todavía se acostumbran los novenarios y también eso ayuda porque alarga el acompañamiento de las personas más allegadas y hay quienes los están haciendo por plataformas digitales”.
UN SENTIMIENTO DE CULPA
Los familiares o personas allegadas a fallecidos por el coronavirus suelen tener un sentimiento de culpa más grande al de un duelo habitual por una pérdida.
Alberto Carrillo argumenta lo anterior con el hecho de que se cuestionan sobre si actuaron a tiempo para combatir la enfermedad o el motivo por el que su ser querido no fue honesto con su malestar.
Considera que las personas que sufren este tipo de pérdidas deben darse la oportunidad de expresar sus emociones y no caer en el estereotipo de que no pasa nada, pues de lo contrario en el futuro podría haber repercusiones en su salud tanto emocional como física.
“Tendemos a que las personas no se expresen e incluso está la creencia de que si lloran no van a descansar en paz. Mientras que se den más permiso de sentir sus emociones será más pronto que pase este proceso y si no lo permitimos tarde o temprano va a manifestarse en síntomas físicos y sociales como una depresión o abuso de sustancias”.
RITUALES CATÓLICOS
También cambiaron las dinámicas de los creyentes católicos. Al respecto el vocero de la Diócesis de Torreón, José Luis Escamilla expone que las misas y ceremonias son más reducidas en cuanto al tiempo y número de participantes.
Además de eso, el acompañamiento que en algunas ocasiones los sacerdotes hacían hasta cortejo al cementerio fue suprimido.
“He visto que les cuesta más la situación y a veces han traído la urna después de un mes porque se van tan rápido por el covid. Y se dan cuenta que hay que dejar en el lugar que le corresponde”.
SOCIEDAD CIVIL
A través de líneas telefónicas habilitadas por tres meses, organizaciones como Laguna Yo Te Quiero, en coordinación con grupos tanatológicos y psicológicos de la región, brincaron acompañamiento a personas en situaciones emocionales complejas por la pandemia del covid-19.
Iván Garza Tijerina, quien participó en la iniciativa, detalló que se le dio seguimiento a 50 personas, de las cuales la tercera parte recibió apoyo en lo que respecta a la pérdida de un ser querido.