La flor de cempasúchil, originaria de nuestro país, cuyo nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”, era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte.
De acuerdo con información publicada en el sitio web del Gobierno de México, “nuestros antepasados asimilaban el color amarillo de la flor de cempasúchil con el sol, razón por la que la utilizaban en las ofrendas dedicadas en honor a sus muertos».
“La tradición marca hacer senderos con las flores de cempasúchil, desde el camino principal hasta el altar de la casa con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares”, se detalla en el texto.
La flor de cempasúchil también es conocida como flor del muerto, cempoal, flor de difunto, flor de niño o veinte flores.
En la época prehispánica, los mexicas utilizaban la flor de cempasúchil para decorar los altares, ofrendas y entierros en honor a sus muertos; también era utilizada para empolvar la cara de los prisioneros antes de su sacrificio para que no sintieran la muerte.
En la actualidad, la cempasúchil, que florece después de la época de lluvias, también se utiliza para obtener colorante natural para teñir objetos, prendas o alimentos. En la avicultura se utiliza para alimentar a las aves para que tomen un tono un poco más naranja en su piel y también es la materia prima para elaborar cervezas artesanales, nieves o un buen pulque.
El tallo de la flor puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras que sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro.
Guanajuato, Hidalgo, Michoacán y el Estado de México son los estados que cuentan con las mejores condiciones de suelo y clima para la producción de la flor de cempasúchil.