
Frontera, Coah. – María Ramos Espinoza, lideresa y activista social fundadora de la colonia Guadalupe Borja, falleció el pasado domingo a la edad de 89 años, mientras se encontraba en el domicilio de una de sus hijas bajo su cuidado; Doña María será recordada como la persona que les dio certeza y un lugar donde vivir a los habitantes de la colonia Guadalupe Borja y colonia Morelos.
Ella, la representante de los posesionarios de los predios en los que hace más de 50 años no eran más que parcelas sin sembrar, arroyos secos y poco a poco se convirtió en lo que hoy es la colonia Guadalupe Borja, quien dedico más de la mitad de su vida a luchar por las personas que realmente necesitaban un pedazo de tierra para construir un futuro.
Todo un gobierno de por medio, decretos (644 y 339) del juzgado primero civil, la creación de otro juzgado (tercero civil) y años de lucha, represiones, amenazas; detenciones ilegales, su ingreso al penal femenil, no la detuvieron y desde adentro en su encierro seguía organizando sus manifestaciones buscando regularizar la situación de una de las colonias más grandes de la región centro del estado.
Reconocida y respetada por gobernadores, secretarios de gobierno, políticos de alto rango que desfilaban por su casa, donde se encontraba su oficina sobre la calle Veracruz esquina con Oriental, al ingresar a su casa lo primero que se veía era su escritorio metálico en color gris con una cubierta en color madera, en una esquina un archivero que hacia conjunto con su escritorio un par de sillas y un montón de carpetas sobre el escritorio, aquel teléfono en color beige con su respectivo candado.
Sobre la pared colgaban fotografías con políticos de alto rango, desde gobernadores, alcaldes de la ciudad, si doña María era respetada, su lucha y tenacidad hicieron de ella un dolor de cabeza para quien se metía con la gente de la colonia Borja, su colonia, su familia.
En aquellos años cuando fue detenida, se encontraba en una manifestación pacífica, sentada en una silla, policías municipales no lograban que se moviera de su lugar, por lo que fue detenida y cargada junto con la silla donde se encontraba sentada; “No me quito” decía María Ramos, mientras los oficiales la cargaban.
Estuvo pasiva del año 2000 a la fecha, pero siempre con el gusanito de ayudar a su gente, de luchar por mejorar la calidad de vida de los habitantes de la colonia.
Doña María Ramos, sentada en su mecedora cada tarde después regar su banqueta tomando su refresco de medio litro en botella de vidrio viendo como los niños jugaban al futbol en la esquina de su casa, así la querían ver, sentada y sin alzar la voz, pero nunca se quedó callada, siempre esperando el momento justo para emprender una nueva lucha.