El silbido del tren retumba aún por todo Ramos Arizpe. Aunque sus años dorados quedaron muy atrás, la actividad ferroviaria sigue presente entre muchas familias que, con nostalgia, recuerdan las bonanzas del paso de los vagones por los ejidos y la cabecera municipal.
Para los pobladores de esta ciudad, en su mayoría adultos mayores, el tren representó un estilo de vida que generó cientos de empleos y fortaleció la economía local.
Este 7 de noviembre se celebra el “Día del Ferrocarrilero” en homenaje al héroe de Nacozari, Jesús García Corona, quien como miles de trabajadores es recordado por una de las actividades de más tradición e importancia a nivel nacional.
“Nací de un ferrocarrilero, mis hermanos dedicaron su vida al ferrocarril, y es por eso que seguiré luchando para preservar tan preciado legado para todos los ramosarizpenses”, comentó Guadalupe López Villarreal, actual regidora, e impulsora de la creación del Museo de la Estación.
La profesora Lupita – como es conocida en esta ciudad- recuerda las épocas en que en muchas de las familias de Ramos Arizpe había operadores de máquinas, telegrafistas, jefes de estación, que vivían a diario el paso de vagones desde el norte hasta el centro de México; desde Coahuila y hasta otras entidades vecinas.
“Mi padre, Isidro López Escobedo, preparó a mis hermanos Erasmo, Ernestina, Gilberto y Jorge Isidro, y se los llevó a la Ciudad de México porque todavía tenían que estudiar ahí seis meses para regresar como telegrafistas, y jefes de estación”.
Ramos Arizpe fue parte del auge de las comunicaciones en el que la gente pudo desplazarse a todo el país, y el correo llegaba con mayor rapidez.
Los ferrocarrileros contrastaban con la gente del campo que supo aprovechar las vías del tren para la venta de sus cosechas, además de los memorables platillos caseros como enchiladas, gorditas, y chiles rellenos.
Junto con otros descendientes de ferrocarrileros, Lupita López promovió en 2010 la apertura del Museo de La Estación en la réplica de la antigua estación de ferrocarril donada a la ciudad por la empresa Kansas City Southern.
Hoy que dichas instalaciones están invadidas por indigentes, se busca que las autoridades puedan preservarlas, y continuar con la integración del acervo museográfico para mostrar a las nuevas generaciones.