
La tarde de ayer, la Federación Mexicana de Charrería, organizó un evento para festejar la trayectoria de 30 años de Jesús Ballesteros.
Leonardo Dávila Salinas, presidente de la Federación, entregó el reconocimiento al homenajeado, en medio de las felicitaciones y múltiples muestras de admiración por el tiempo dedicado a esta actividad tan representativa de los mexicanos.
La charrería, una práctica de la equitación y sus diversas formas de jaripeo, se considera como el deporte nacional que identifica a los mexicanos en casi cualquier lugar del mundo.
A través de ella se exalta el valor, la intrepidez y la hombría del charro y la charra, es decir, de los hombres y mujeres del campo que montan y doman a briosos caballos y yeguas.
Se trata de un deporte-espectáculo basado en las actividades tradicionales de la ganadería, en particular de la crianza y domesticación de ganado equino que se ha transmitido de generación en generación.
Como cualquier deporte, la charrería está regulada por la Federación Mexicana de Charrería -FMCh-, misma que cuenta con un reglamento, normas y características que se deben de respetar, tanto en competencias oficiales y amistosas como las de exhibición.
“La charrería es algo que nos identifica como mexicanos, y en la que se mantienen presentes las tradiciones y los valores culturales como la fuerza, el trabajo, el orden y el respeto”, manifestaba el maestro de ceremonias.
Al igual que los charros, los caballos desde chicos son sometidos a un riguroso entrenamiento para que respondan de manera inmediata a las órdenes del jinete y aprendan a parar cuando se les indica, a girar en pequeños círculos, o caminar hacia a los lados y atrás.
“En este deporte, el binomio caballo-jinete es fundamental y es como si fuera una sola pieza. Debe de haber una total identificación entre quien monta al caballo y el jinete, y esto se logra con entrenamiento y tenacidad”.
Todo este arte, fue conquistado por Jesús Ballesteros, que ha dedicado 30 años de su vida a este tradicional deporte.