La alta incidencia de fallecimientos por Covid-19 trajo consigo un aumento superior al mil por ciento en los servicios del crematorio particular localizado en el panteón “San Ignacio”.
A inicios del año, la incineración mensual era de 15 cuerpos, sin embargo, con la llegada del virus y el rebrote de casos, en los últimos tres meses, la cifra aumentó a 180 cadáveres por mes.
“Cuando empezó la pandemia y se vinieron las primeras muertes tuvimos un aumento, pero ahora con el rebrote fue más fuerte. A veces estoy todo el día y toda la noche esperando los cuerpos”, informó Candelario Hernández Sandoval, cremador de cuerpos.
El trabajador de la agencia funeraria propietaria de este horno con sede en Ramos Arizpe, explicó que – por día – ingresa de 8 a 10 cuerpos a una temperatura superior a los 950 grados centígrados que permite la eliminación total del tejido blando y de los huesos.
“Y esta cifra es nada más de esta funeraria, falta el resto que también tienen el servicio. Ahorita los cuerpos están saliendo directo de las clínicas a la cremación, y como van llegando se van quemando”.
Este empleado debe portar un traje especial para el manejo de los cuerpos, mismo que reemplaza tras la incineración de cada dos cadáveres; el proceso crematorio tiene un tiempo de hora y media a dos horas.
“Lo que desaparece es la carne, los órganos; las cenizas son los huesos que fueron triturados, puestos a enfriar porque salen muy calientes, y colocados en una urna que tiene placa, folio y nombre”.
Candelario está acostumbrado a vivir entre cadáveres, sin embargo, está asombrado por el rápido crecimiento en las defunciones a consecuencia del virus y que, a pesar de esto, existan muchas personas que duden de la pandemia.
“A la gente no la vas a hacer creer, quizá cuando ya sea algún familiar al que le pase algo es cuando entiendan que esto es verdad”.