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Por Esequiel Aguilera
Aunque en el transcurso de estas casi cuatro décadas, he sido testigo de una serie de eventos que han dejado huella, la explosión en Celemania, sigue imborrable en mi vida, la lección que dejó ese accidente permanece en mi vida diaria como con el daño auditivo y en el brazo izquierdo con problemas.
Como si hubiera sido ayer, la tarde noche del domingo nueve de septiembre, permanece en mi recuerdo por siempre, no hay duda ese día transformó por completo mi vida, aunque intento verlo como una aventura, la realidad es otra una tragedia que enlutó a decenas de familias y dejó daños permanentes en cientos de personas.
Ese día, regresaba de un viaje de Lamadrid en compañía de mi familia, aunque automovilistas intentaban abrir paso y seguir su camino, el tráiler y la camioneta tenían cerrado el camino , era obligado permanecer a la espera, nadie esperaba que ocurriera esa catástrofe que ensombreció ese pequeño pueblo.
Otro hecho que sigo sin entender son señalamientos de personas cuando dicen que por curiosos ocurrió esa tragedia, solo los que estábamos en ese momento podemos aclarar que el paso estaba bloqueado, no se podía circular fue forzado seguir en la larga fila.
En mi caso detecte que no estaba el compañero que cubría la fuente policiaca y pedí autorización para manejar la información, si algo me caracteriza es que sin importar el día y la hora y se surge información siempre respondo, es parte de mi formación profesional estar al día para informar a la comunidad.
La herida que dejó en mi vida la explosión no ha cerrado, sigue abierta un recuerdo quizá el más triste en mis años dentro de la comunicación, un hecho que seguirá presente sobre todo por las lesiones que dejó en mi cuerpo, perdida de una parte de mi sentido auditivo y una lesión en mi brazo izquierdo impedirán que ese día pase al olvido.