Por Mauricio Meschoulam
Últimas semanas de Trump:
¿pato cojo o campaña permanente?
Trump ya ha entendido que eventualmente se tendrá que ir de la Casa Blanca. Lo que pasa es que, en lugar de actuar como un presidente clásico quien, a estas alturas, estaría principalmente concentrado en la transición, está implementando una serie de medidas que parecerían descabelladas no por lo que implican, sino por el momento en el que son implementadas. Esto ha orillado a muchos a sostener que el presidente parece un animal herido que está dando sus últimas brazadas. Puede ser que eso sea cierto en parte, pero pareciera que hay más al respecto.
Pensemos por ejemplo en el caso de Afganistán. Trump negoció y firmó un acuerdo con los talibanes que garantizaba la salida de tropas estadounidenses de ese país para mayo del 2021. Por tanto, la reducción de la presencia de EU en esa zona ya era esperada. Sin embargo, eso ocurriría bajo determinadas condiciones que suponían estabilizar la situación del conflicto afgano, el más violento del globo. Entre otras cosas, los talibanes entablarían un proceso de negociaciones internas con el gobierno en Kabul, y se comprometían a neutralizar a las distintas organizaciones terroristas en el país. Sin embargo, pasados los meses, el proceso de negociaciones entre los talibanes y el gobierno afgano ha avanzado muy poco y el terrorismo sigue golpeando brutalmente a Afganistán. El exsecretario de defensa, Mark Esper, se oponía a una reducción apresurada de tropas ahí, al igual que se oponía a los repliegues que Trump está decidiendo llevar a cabo en otros países como Irak y Somalia en estas mismas semanas. Por ello Trump lo despide hace solo unos días.
Para entenderlo se necesita considerar dos factores: El primero, la concepción de “America First” de Trump (que nutre a su base, pero que también se nutre de ella). El segundo, la decisión del magnate de permanecer en la agenda política a pesar de su salida de la Casa Blanca, y posiblemente incluso contender en próximas elecciones. Es decir, ahora que ha perdido y que —aunque exprese lo contario— sabe que ya se va, para él era indispensable retirar de su camino cualquier obstáculo que obstruyera su determinación de cumplir con esas promesas, así fuese a última hora.
El hacerlo, además, crea condiciones que dificultan el camino de Biden y le permiten mantenerse compitiendo bajo la misma bandera y agenda.
Hay por supuesto factores muy específicos que impulsan otras decisiones que están siendo tomadas justo en estos días, como lo ha sido apresurar el acuerdo de armas con Emiratos Árabes Unidos al que se oponen varios congresistas y senadores, o la decisión de desistir de los cargos contra el exsecretario de defensa mexicano, que debe entenderse bajo un contexto de relaciones bilaterales. Pero más allá de esos componentes específicos, tenemos que observar el panorama amplio. Trump está verdaderamente activo en sus últimas semanas dejando huella y trazando caminos difíciles de modificar. Por ejemplo, si Trump hubiese conseguido atacar los reactores nucleares de Irán como deseaba hacerlo, hubiese alterado quizás definitivamente el curso de las negociaciones que, potencialmente, Biden busca reactivar con ese país.
Es decir, más que las últimas patadas de un animal herido de muerte, pareciera que lo que estamos viendo en esta etapa final son decisiones y acciones con un alto contenido político que le permiten por una parte mostrarse como un presidente que cumple con una base que le sigue siendo leal, y por otra parte generar hechos consumados que Biden no pueda cambiar o bien, elevarle el costo si es que decide cambiarlos.
@maurimm