La Duquesa de Sussex, Meghan Markle, reconoció en un artículo de opinión escrito por ella misma en el New York Times, que perdió a su segundo hijo tras sufrir un aborto espontáneo en su casa de Los Ángeles el pasado verano.
En el ensayo, «Las pérdidas que compartimos», la esposa del Príncipe Enrique describió cómo se produjo la pérdida, mientras atendía a su único hijo, Archie, de 1 año.
«Era una mañana de julio que comenzaba tan ordinariamente como cualquier otro día: preparo el desayuno. Alimento a los perros. Tomo las vitaminas. Encuentro ese calcetín perdido. Recojo el lapicero rebelde que rodó debajo de la mesa. Me hago una cola de caballo con mi pelo, antes de sacar a mi hijo de su cuna», relató Markle.
«Después de cambiarle el pañal sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él (Archie) en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a ambos tranquilos, la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien».
«Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo».
Markle explicó que horas después acudió al hospital.
«Yacía en una cama de hospital, sosteniendo la mano de mi esposo. Sentí la humedad de su palma y besé sus nudillos, mojados por nuestras lágrimas. Mirando las frías paredes blancas, mis ojos se pusieron vidriosos.
«Sentada en una cama de hospital, viendo cómo se rompía el corazón de mi esposo mientras trataba de sostener los pedazos rotos del mío, me di cuenta de que la única forma de comenzar a sanar es preguntar primero: ‘¿Estás bien?'», narró Markle en el artículo.
En el mismo escrito, la ex actriz habló de este dramático año en el que se produjeron decenas de miles de muertes debidas al coronavirus y reflexionó sobre lo que significa compartir con los demás estas tristes experiencias.
Habló sobre desestigmatizar un tema tan común como el aborto y tratar de ser empáticos con el resto de las personas.
«Perder un hijo significa cargar con un dolor casi insoportable, experimentado por muchos pero del que pocos hablan. En el dolor de nuestra pérdida, mi esposo y yo descubrimos que en una habitación de 100 mujeres, de 10 a 20 han sufrido un aborto espontáneo.
«Sin embargo, a pesar de la asombrosa similitud de este dolor, la conversación sigue siendo tabú, plagada de vergüenza (injustificada) y perpetuando un ciclo de duelo solitario».
Incluso abordó brevementee la situación político social que se vive en Estados Unidos, lugar donde reside, que en los últimos años ha sido turbulenta por cuestiones raciales.
Recordó la próxima celebración del Día de Acción de Gracias, que conllevará el reencuentro de miles de familias que viven habitualmente en diferentes ciudades del país.
«Así que este Día de Acción de Gracias, mientras planeamos unas vacaciones como nunca, muchos de nosotros separados de nuestros seres queridos, solos, enfermos, asustados, divididos, comprometámonos a preguntarle a los demás, ¿Estás bien?».
La pareja, desvinculada de la vida monárquica británica, vive en California desde la primavera pasada tras vivir brevemente en Canadá.
Ambos compraron una mansión en el exclusivo barrio de Montecito, en Santa Bárbara, una ciudad costera situada a unos 150 kilómetros al noroeste de Los Ángeles.
Con información de EFE