Por Yuriria Sierra
Destino sellado
No ha reconocido una derrota, pero su administración ya liberó recursos e información para iniciar la transición
El tiempo se le agota. Las explicaciones también. Donald Trump comienza a separar su posición presidencial con la del personaje que se aferra a una narrativa de ficción, el que ha sido siempre, el que será una vez que salga de la Sala Oval.
No ha pasado un mes de la elección que, a todas luces, perdió, y ya ha dado varias señales de que ha entendido que el tiempo se le acaba.
No ha reconocido una derrota, pero su administración ya liberó recursos e información para iniciar la transición.
Qué mérito el de sus asesores, quienes tienen aún una ardua labor para contener al Trump impulsivo, visceral y poco racional hasta el próximo 20 de enero.
O al menos así se lo advirtió el Día de Acción de Gracias: “Los hechos están de nuestro lado, fue un fraude masivo. Esto nunca debió pasar en este país, fuimos como un país de tercer mundo…”; también afirmó, a pregunta expresa, que, si el Colegio Electoral elige al presidente electo Joe Biden, se irá: “Ciertamente, lo haré; ciertamente, lo haré y lo saben. Pero pienso que habrá muchas cosas sucediendo entre hoy y el 20 de enero…”.
Es el 14 de diciembre cuando las autoridades electorales de Estados Unidos votarán la legalidad de la elección. No hay razones para pensar que los números de la elección arrojen otro resultado.
Trump llegará a ese día doblemente derrotado. No han procedido las impugnaciones que ha presentado. Los estados que presumía serían suyos después de un conteo, han ratificado su apoyo a los demócratas. No le ha salido nada bien.
Sólo le ha quedado abrazarse de quienes han decidido escuchar su falsa narrativa de victoria. Medios a modo que realizan encuestas de dudoso método para alimentar su idea de fraude.
Joe Biden, mientras tanto, avanza en su camino a la Casa Blanca o, más bien, da forma a lo que desea que sea su administración.
El virtual presidente configura un gabinete con nombres altamente reconocidos ‒completamente opuestos a los funcionarios llamados por Trump‒ no ha cesado en sus mensajes de unidad, una línea contraria a la que se le ha escuchado al republicano en los últimos cuatro, casi cinco años.
Mientras Trump intenta colgarse, incluso, de los estudios de las farmacéuticas de Estados Unidos que trabajan en proyectos de vacuna contra la covid-19, Biden llama a los estadunidenses a seguir las medidas sanitarias. A no bajar la guardia, una postal mucho muy distinta a la del presidente que escapa a los campos de golf cada que tiene oportunidad. El tiempo se le agota, lo sabe. Se resiste, pero su destino está sellado. Por suerte.
ADDENDUM
Ante la crisis de valores, dicen, una guía ética, porque asumen en Palacio Nacional que sólo ahí saben sobre el comportamiento humano y la moral: “Pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, que así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió…”, reza uno de los apartados del material que abonará a la transformación de México, según presumen.
Qué extraña idea, para quienes la persecución de los enemigos del pasado es línea rigurosa.