Por Jesús Reyes Heroles G. G.
Rompecabezas del poder
En la accidentada dinámica política actual de México, se identifican muchas iniciativas que se mueven como partículas en estado entrópico, en torno a la lucha por el poder en 2021 y 2024. Dicho estado no implica que haya lógica, sino que no son obvias las fuerzas y reglas que norman ese comportamiento.
En este espacio se han analizado algunas partículas, tan variadas como el conglomerado de Morena, los partidos políticos de oposición, las organizaciones empresariales, las no gubernamentales, FRENAAA, las redes sociales, los medios de comunicación y, recientemente, Sí por México. Una que ha recibido menos atención de la que merece son los gobernadores y el federalismo mexicano actual.
Por los integrantes de la “Alianza Federalista” (AF) y por la importancia de los temas en cuestión, dicha alianza encontró, casi de inmediato, un espacio en la dinámica política de hoy.
Desde su incepción a mediados de marzo de 2020 por tres gobernadores (PAN, PRI, Independiente), éstos se reunieron en cuatro ocasiones adicionales. Su tema inicial fue la lucha contra el covid-19. Conforme otros gobernadores se sumaron hasta alcanzar diez, sus temas evolucionaron, de buscar más coordinación en torno al Covid-19 hacia una problemática más amplia: el federalismo y su realidad financiera. Un punto culminante fue cuando, en septiembre, la AF decidió separarse de la Conago; una sacudida política de mayor magnitud; ese mismo mes integraron un Secretariado Técnico.
Con rapidez, los gobernadores de Morena salieron a descalificar la iniciativa (dijeron: “la dificultad electoral que enfrentan en sus estados por las elecciones de 2021 los llevó a una desesperada acción por llamar la atención”). Igual reaccionó el Presidente López Obrador cuando afirmó: “Me han faltado al respeto”. Al igual que respecto a otros adversarios, esa declaración presidencial contribuyó a darle realce e impulso a la AF. A eso también contribuyó la negativa sistemática del presidente para reunirse con los 10 gobernadores.
Tras su salida de la Conago, la temática de las deliberaciones de la AF evolucionó hacia la relación financiera entre la federación y los estados, así como a cuestionar los términos del pacto de coordinación fiscal. En septiembre, la AF tuvo su primera expresión eminentemente política: apoyar al pueblo y gobierno de Chihuahua por su conflicto con el gobierno federal por la administración del agua en el contexto del acuerdo de límites y aguas de 1944. Entonces señalaron “que en el fondo de la posición del Presidente… hay una insistencia en estigmatizar y descalificar toda participación política, mientras no sea la de su propio partido”.
En otra expresión de índole política, la AF rechazó la desaparición de los llamados fideicomisos por su afectación de las capacidades de los estados y también a los particulares.
¿Cómo encaja la pieza que representa la AF en el rompecabezas actual de fuerzas políticas? Primero, cada uno de esos gobernadores tiene una base propia y apoyo de su electorado. En conjunto, en 2018 los diez gobernadores de AF representaban a 27.8 de los 89.1 millones de electores. Segundo, todavía no hay claridad (quizá con excepción de los del PAN) de cómo los gobernadores de AF se entenderán con los liderazgos de sus partidos (p. ej. Nuevo León). Tercero, su activismo político ya tiene una connotación electoral, aunque imprecisa, que habrá de aclararse en las próximas semanas.
En el armado del rompecabezas de la lucha por el poder en 2021 y 2024, cada pieza debe precisar su contorno ya.