Por Vianey Esquinca
Terminator
A toda capilla le llega su fiesta y los carniceros de hoy serán las reses del mañana
El próximo martes 1 diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador cumplirá dos años de haber llegado al poder. La gente votó masivamente por él, clamando un cambio, el fin de la corrupción, los abusos y una anhelada pacificación. Habría que preguntarse si la gente esperaba que el mandatario tratara al país como a una película de acción gringa, donde los policías van a la caza de dos peligrosos delincuentes, pero en la persecución destruyen calles completas, edificios, comercios, chocan todos los automóviles y provocan millones de pérdidas materiales.
El mandatario piensa que el cambio es sinónimo de demolición, no de transformación. Con el pretexto de la corrupción ha terminado con programas o instituciones completas. Lo mismo eliminó el programa de estancias infantiles, que la Policía Federal, todos los fideicomisos o el Seguro Popular, pero eso sí, no hay nadie en la cárcel que acredite que, efectivamente, había malos manejos.
¿El país es más seguro? No, ni la pandemia logró bajar los altos niveles de homicidios ni la violencia contra las mujeres o feminicidios. Y si el indicador son públicos específicos, tampoco hay avances. Los reporteros, por ejemplo, siguen siendo asesinados. El subsecretario Alejandro Encinas ha reconocido que el año 2020 ha sido el más violento para los profesionales del periodismo.
¿México ya tiene un sistema de salud como el de Dinamarca o el de Canadá, tal como lo prometió? Tampoco. Como nunca antes, se ha registrado desabasto de medicamentos y las condiciones hospitalarias distan mucho, muchísimo de parecer de primer mundo. En la pandemia, se demostró además, que no hay la más mínima estrategia.
¿Se acabó la corrupción? No. Aunque el Presidente presuma que en los más altos niveles del gobierno ya no hay, la verdad es que sigue existiendo. Prácticamente todos los días aparecen noticias sobre propiedades no declaradas de sus funcionarios, discrecionalidad en las asignaciones de contratos, conflicto de intereses, familias enteras trabajando en el gobierno, por citar solo algunas irregularidades. Lo que es más, su propio hermano demostró que cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde. Videos demostraron que recibió grandes cantidades de dinero en efectivo. Ante esto, el morenista minimiza la evidencia y afirma que todo se debe a una campaña de desprestigio.
¿La gente está mejor? Es un hecho que por primera vez grupos vulnerables reciben recursos directos que antes no tenían, estos programas son los que mantienen la popularidad del tabasqueño. Sin embargo, las cifras oficiales tampoco mienten. De acuerdo con Convela, en el tercer trimestre de 2020, el porcentaje de la población de pobreza laboral fue de 44.5 por ciento. Millones de mexicanos carecen de los ingresos laborales necesarios para adquirir la canasta alimentaria. Ese es tan sólo un indicador.
En resumen, México ¿es un mejor país? Hoy, más que nunca, se siente y se sufre la polarización del pueblo. Además, se vive una incertidumbre permanente y no se sabe con qué nueva ocurrencia saldrá mañana el gobierno.
Enrique Peña Nieto y sus compinches gobernaron como si no hubiera mañana, como si fueran a quedarse en el poder otros 70 años más. Abusaron y se atascaron, por eso es que hoy bajo cualquier piedra que se levante se encontrará corrupción y el gobierno federal podrá seguir usando estos casos de forma permanente.
El gobierno de López Obrador está cometiendo el mismo error que su predecesor. Está incurriendo en ilegalidades, está interpretando la ley a su conveniencia, como si fueran eternos en el poder. Sin embargo, no debe olvidar que a toda capilla le llega su fiesta y que los carniceros de hoy serán las reses del mañana.