Por Juan José Rodríguez Prats
Alianzas, un deber
El próximo sábado, en una acertada política de consultas, Acción Nacional habrá de decidir si va en alianzas en el próximo proceso electoral. Me inclino fervorosamente por el sí
Lo malo de las alianzas no es con quién se
hacen, sino a espaldas de quién se hacen.
Henry Ruiz
El PAN siempre ha estado a la vanguardia en el devenir histórico de México. Su fundador, Manuel Gómez Morin, fue un adelantado de su tiempo. Sus acciones lo confirman: creó leyes e instituciones en la década de 1920 para darle eficacia al Estado mexicano, se involucró en el movimiento vasconcelista en un intento por democratizar nuestra nación, defendió la autonomía universitaria para analizar todas las corrientes de pensamiento, fundó un partido político en el apogeo de un Estado autoritario de partido hegemónico, apostó por la participación ciudadana y el cambio pacífico; por la división de poderes y el fortalecimiento del legislativo, por el federalismo y la descentralización, por la política social solidaria y subsidiaria, por la economía de mercado con la rectoría del Estado. Paulatinamente, México ha avanzado por esas rutas.
La decisión más acorde a esa trayectoria es la asumida por don Luis H. Álvarez en 1988 con el gobierno para impulsar ciertas reformas, de manera particular en la transición a la democracia. Gracias al denominado PRIAN, se dio la alternancia en el Ejecutivo federal y arriba después a la Presidencia un partido autodenominado de izquierda. Gracias a esa alianza, se respaldó la deuda adquirida por el Fobaproa, evitando una severa crisis financiera y bancaria. Gracias a esos acuerdos, la banca regresó a la iniciativa privada, nos incorporamos al TLC y se terminó el reparto de la tierra. Por último, se logró en 2013 quitar las absurdas prohibiciones de inversión privada en el sector de energía.
Se ha satanizado el periodo del viejo PRI, producto de la Revolución Mexicana y de su Constitución en 1917, concebido como transitorio y en respuesta a una situación de emergencia. En el balance, hay avances y retrocesos. Todos, de alguna manera, estuvimos involucrados en ese sistema político, incluso nuestro actual Presidente que lo encabezó en su estado natal. Cualquier gobierno, de 1917 a 2000, es superior, en todos los órdenes, al que hoy, para nuestro infortunio, dirige los destinos nacionales con la etiqueta 4T.
El próximo sábado, en una acertada política de consultas, Acción Nacional habrá de decidir si va en alianzas en el próximo proceso electoral. Me inclino fervorosamente por el sí. Me explico. En septiembre de 1939, se dio un debate de elevado nivel cultural. Se discutía la posible postulación de Juan Andrew Almazán por el recién creado PAN. A favor hablaron, entre otros, Aquiles Elorduy y Manuel Herrera y Lasso. En contra, Efraín González Luna y Manuel Gómez Morin. Triunfó el sí, la primera votación que perdía su presidente. En una hábil maniobra, don Manuel dijo que no se le ofrecería la candidatura a Andrew Almazán en una charola, sino que cada quien, en lo individual, podría darle su apoyo. La historia no registra la participación del recién creado partido en esa controvertida contienda.
En 1946, el PAN le ofrece la candidatura al distinguido revolucionario Luis Cabrera Lobato, quien la rechaza. Don Efraín expresaba lo grande y generosa que era la organización para ofrecer tal oportunidad a alguien que no sustentaba su ideología. Acción Nacional se convirtió en un auténtico partido político con vocación de poder en 1962, con Adolfo Christlieb Ibarrola. No fue fácil. Se le acusaba de negociaciones con el poder. Él preguntaba algo muy simple: ¿Cómo vamos a arribar al poder si no se nos permite acercarnos? En 1967 el PAN ganó la primera capital de un estado: Hermosillo. Su candidato a la gubernatura del estado era un expriista, Gilberto Suárez Arvizu. Carlos Castillo Peraza definió bien ese momento: “Basta ya de ser Pepe Grillo en el hombro de Pinocho. Podemos ser Gepetto, el dueño del taller”.
No hay opciones. La congruencia le exige el PAN asumir un deber. Conozco hombres valiosos en todos los partidos. Está en peligro todo lo alcanzado. Debemos evitar el mal mayor, preservando nuestra identidad. Ese será el tema hacia la próxima contienda.