Aunque en el Palacio Nacional se reporta todos los días el avance de la pandemia, el registro de defunciones y el incremento de casos positivos de Covid-19, en la calle posterior, Correo Mayor, pareciera que no existe la enfermedad.
Miles de personas se congregan todos los días para comprar por mayoreo o buscar las mejores ofertas de ropa, cosméticos, mochilas, calzado, herramientas, artículos tecnológicos, juguetes, amuletos y otras curiosidades. Muchos de ellos revenden la mercancía.
El comercio informal viste las calles y la música tropical acompañada de los gritos de los ambulantes para atraer a los clientes son parte del paisaje sonoro.
En medio de una redada policial para eliminar el ambulantaje se puede ver a un grupo de mariachis entonar «Tragos de Amargo Licor», a media calle; a su lado, elementos de la SSC retiran un carrito de supermercado adaptado para vender comida.
Entre los bicitaxis, las motocicletas, carros, patrullas y un tumulto de vendedores corriendo con bolsas llenas de mercancía navideña, se escucha la canción que popularizó Ramón Ayala en 1980.
«Cerraron Xochimilco un tiempo y nada más trabajan unos grupos, entonces nos venimos para la Ciudad, a trabajar en las calles», comentó Mariano Garrido Islas, líder del Mariachi Alma Enamorada.
«Trabajábamos en las trajineras y ahora venimos de miércoles a domingo por esta zona, por estas calles», comenta el músico, quien es mariachi desde hace 7 años.
Algunos comerciantes tratan de seguir las recomendaciones, otros se hacen los desentendidos. El trajín característico de la zona, y de algunos labores, orilla a las personas a prestar poca atención a sus medidas de protección y a olvidarse de la Sana Distancia.
«Me pongo el cubrebocas, uso guantes, pero como ando pedaleando en el Ciclotaxi, es un poco incómodo andar con el cubrebocas. Entonces, para trabajar me pongo el tapabocas debajo de la nariz», dijo Ignacio, chofer de 50 años, que vive con diabetes desde hace 18.
Sin embargo, el mayor riesgo es la gran aglomeración de gente que viven todos los días.
«La otra vez una señora se subió con su hija como de 10 años y las dos sin tapabocas y las dos tose y tose. La verdad es que me dio pena, y sí les iba a decir que se bajaran porque a veces no saben ni ellos que traen el virus y me pueden contagiar, pero no lo hice», dijo.
Y, aunque la afluencia de la zona ha bajado, en Correo Mayor los comerciantes no pueden descansar, pues prefieren arriesgarse con el nuevo coronavirus a dejar de percibir un ingreso.