Por Pascal Beltrán del Río
Referéndum
El presidente Andrés Manuel López Obrador hubiera querido que en 2021 se reunieran tres acontecimientos en una misma fecha: la elección intermedia, así como sendas consultas sobre los juicios a expresidentes y sobre su propia permanencia en el poder (“revocación del mandato”).
Por las negociaciones que hubo que entablar con la oposición por tratarse de reformas constitucionales —para las cuales el oficialismo no tiene una mayoría calificada en el Senado—, las mencionadas consultas se realizarán en fechas distintas de los comicios. El 6 de junio se renovará la Cámara de Diputados y también habrá votaciones locales concurrentes para gobernadores (en 15 estados), congresos locales (en 29) y ayuntamientos (en 28).
La consulta que promovió el propio presidente López Obrador para juzgar a los expresidentes —matizada por la Suprema Corte para referirse a “actores políticos”— se realizará el 1 de agosto de 2021, mientras que la de revocación del mandato, en caso de convocarse, será en marzo de 2022.
Al no poder reunir todo en una misma fecha, el Presidente no podrá hacer el gran referéndum que deseaba, con él mismo como eje. Aun así, el mandatario no renuncia a que la próxima cita en las urnas tenga como tema el contraste entre presente y pasado.
Ayer, durante su conferencia de prensa matutina, López Obrador dijo que la alianza PRI-PAN —autorizada el fin de semana por el Consejo Nacional del blanquiazul— había convertido la elección del 6 de junio en un referéndum. De acuerdo con el mandatario, éste girará en torno de una pregunta: “¿Quieres que continúe el proyecto de transformación o lo paramos de tajo?”.
No cabe duda de que esos comicios tendrán un aspecto plebiscitario, pero eso ha sucedido siempre con las elecciones intermedias, al menos desde 1997. Lo que ocurre es que para la oposición tiene un sentido distinto que para el Presidente. Éste, como dijo ayer, quiere que la gente se pronuncie sobre su proyecto de transformación. Para los opositores, el propósito es preguntar a la ciudadanía si el Ejecutivo debe tener equilibrios para gobernar o no. En pocas palabras, si López Obrador debe tener todo el poder o debe compartirlo.
En 2003, Acción Nacional, que entonces gobernaba el país en la persona del presidente Vicente Fox, pidió a los electores “quitarle el freno al cambio”. El guanajuatense quería una mayoría en San Lázaro que le permitiera mandar más libremente. Sin embargo, el PAN perdió ocho puntos en la elección y su bancada bajó de 206 a 147 diputados federales.
Hasta ahora, cuando la elección intermedia ha sido claramente plebiscitaria, el mayor beneficio ha sido para la oposición. En 1997, el PRI pasó de 300 a 239 diputados y perdió, por primera vez en su historia, la mayoría en San Lázaro.
¿A quién beneficiará más el “referéndum” de 2021, al oficialismo o a la oposición? Está claro que López Obrador ganó la Presidencia en 2018 con una estrategia de polarización y contraste, pero, ¿le servirá de nuevo, ahora que está en el gobierno? El tabasqueño cree que la conformación de la alianza PRI-PAN confirma su tesis de que esos dos partidos son realmente lo mismo (el “PRIAN”), pero, ¿será suficiente para darle la mayoría en San Lázaro a Morena o, más bien, la alianza reventará la posibilidad de que la oposición se atomice en beneficio del gobierno?
La respuesta la tendremos en seis meses.
buscapiés
- Pese a que la Comisión de Quejas del Instituto Nacional Electoral determinó que las declaraciones recientes de López Obrador sobre el proceso electoral pueden crear inequidad en la contienda, el Presidente insistió ayer en hablar del tema. “Si me dicen que ya no debo decir nada, que me lo fundamenten”, retó, insistiendo en que tiene derecho a expresarse. La verdad es que, aunque el INE lo haga, no hay forma de prohibírselo porque no hay forma de sancionar a un presidente si no es mediante un juicio político.
- Con el cambio de Graciela Márquez por Tatiana Clouthier en la Secretaría de Economía, López Obrador ha hecho modificaciones en la tercera parte de las 18 carteras del gabinete. A la misma altura de su respectivo sexenio, Enrique Peña Nieto no había hecho ningún cambio entre los secretarios de Estado, Felipe Calderón había hecho cinco (uno de ellos por fallecimiento) y Vicente Fox ninguno.