Por Leo Zuckermann
Del cállate al no me callo
Los políticos, salvo raras excepciones, son maestros de la hipocresía. Dependiendo el contexto, un día dicen que están a favor de algo para luego cambiar radicalmente de postura.
Un ejemplo es el papel que debe jugar el Presidente de la República en las elecciones. La oposición siempre ha querido silenciar la voz del primer mandatario mientras que éste quiere hacer abiertamente campaña a favor de su partido político.
En 2006, el presidente Fox intervino en el proceso electoral. Claramente estaba en contra de López Obrador y a favor de Calderón. A tiro por viaje lo declaraba públicamente.
Hasta que AMLO reventó. En un acto, el 15 de marzo de ese año, el candidato presidencial gritó: “Cállese señor presidente, deje de estar gritando como chachalaca… ¡Cállate, chachalaca!”.
Ni tardos ni perezosos, los estrategas panistas utilizaron esta declaración en un spot para demostrar el talante autoritario e irrespetuoso de AMLO. El candidato de la izquierda bajó en las encuestas.
Luego de la elección, que perdió AMLO por un pelito, su partido, en ese entonces el PRD, presionó para reformar la ley y ponerle una mordaza al Presidente. Bueno, no sólo al Presidente, sino a todos los poderes públicos de los tres niveles de gobierno.
Para tal efecto, se reformó la Constitución prohibiendo los actos propagandísticos durante el proceso electoral. Le corresponde a la autoridad electoral, en este caso al Instituto Nacional Electoral (INE), determinar qué es propaganda gubernamental. La jurisprudencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordena que “debe acudirse a su contenido y no al mecanismo de difusión” para tomar una decisión. En otras palabras, la Comisión de Quejas del INE, y luego su Consejo General debe analizar el contenido de lo que dicen los políticos para determinar si es o no propaganda a favor de un partido.
Ridículo a todas luces. Pero, claro, esto tiene historia. La oposición en México siempre se quejó de que la cancha estaba dispareja en la competencia electoral. Para emparejarla era necesario acallar la voz de los gobernantes. Que no opinaran ni mencionaran sus preferencias, como si los ciudadanos no lo supiéramos.
Esta regulación siempre me ha parecido absurda y atentatoria al derecho a la libertad de expresión de los sujetos obligados a la norma del artículo 134 constitucional: Presidente, gobernadores, legisladores, jueces, miembros de órganos autónomos, funcionarios de dependencias, entidades de la administración pública y de cualquier ente de los tres órdenes de gobierno.
Seamos realistas y permitamos que los políticos hagan política. Es una tontería tratar de silenciarlos. Genera, además, una presión enorme sobre las autoridades electorales que deben ejercer el terrible papel de censores.
Ya mencioné la postura de AMLO en 2006. Ahora que es Presidente tiene una diferente. Ayer le preguntaron qué opinaba de que la Comisión de Quejas del INE estaba considerando que sus declaraciones vulneraban el principio de igualdad en la contienda.
Así respondió AMLO: “Yo creo que yo tengo el derecho de expresarme, es el derecho de manifestación; más cuando se trata de ir en contra del proyecto que represento, inclusive, en contra de mi persona. Y no estoy inventando nada, ellos mismos sostienen que es contra mí y es evidente que por eso es que se están agrupando, se están aliando. Entonces, yo creo que sí tengo la libertad y la debo de ejercer para aclarar, argumentar y replicar. Ahora, si me dicen que ya no debo decir nada, aunque me estén atacando, pues nada más que lo fundamenten y ya entonces me quedaría callado, estoicamente aguantando los ataques; pero considero que eso no es equitativo, que sería injusto, que sería quitarme mi libertad”.
Tiene toda la razón el Presidente. Lo mejor es que hable libremente y realice campaña abierta a favor de su proyecto y los candidatos de su partido. Que no se calle, aunque hace 14 años quería callar a Fox. Que hable y diga todo lo que quiera como una chachalaca. Pero en una de ésas las autoridades lo silencian por su culpa: por reformar la ley con el fin de restringir las libertades del Presidente en la reforma electoral de 2007 para dizque hacer la contienda electoral más pareja.