Por Leo Zuckermann
Alianzas electorales: ¿el mal menor?
Con toda razón, Henry Kissinger decía: “la ausencia de alternativas aclara la mente maravillosamente”. Efectivamente, como todo en la vida, las decisiones de carácter político dependen de las alternativas existentes. En este caso, uno se pregunta: ¿cómo es posible que se estén aliando el PAN, PRI y PRD rumbo a las elecciones del 2021?
Respuesta: ¿cuál era la alternativa?
Pues ir separados. Pero la división le abría el camino a Morena (y sus propios aliados) para ganar cómodamente las elecciones del año que viene. Disminuidos, como están, además de divididos, los opositores no tenían probabilidad de llevarse la mayoría de distritos, gubernaturas, y presidencias municipales.
Aliándose están tomando una decisión muy arriesgada y audaz.
Le están apostando a dos cosas.
Primero, a una especie de suma aritmética de los votos. Si en un distrito el PRI tenía 20% de los sufragios, el PAN 15% y el PRD 5%, pues la suma de los tres da un 40 por ciento. Ya los pone en la competencia. El riesgo es que dicha suma aritmética no se haga realidad entre dos electorados tan diferentes como son los del PAN y del PRI, enemigos históricos.
A menos, desde luego, que dichos electorados sí estén dispuestos a hacerlo porque consideren como una prioridad ganarles a las fuerzas lopezobradoristas. Esta segunda premisa es igualmente riesgosa ya que, en la práctica, le dan credibilidad a la narrativa de López Obrador de que, en el fondo, PAN, PRI y PRD siempre fueron lo mismo: los partidos dominantes del odiado periodo neoliberal. De esta forma, la elección de 2021 se estaría polarizando en dos bandos en una especie de referéndum sobre el proyecto y la gestión del Presidente. Precisamente lo que quiere López Obrador.
Se trata, por tanto, de una alianza arriesgada.
Pero regresemos a la pregunta: ¿y cuál era la alternativa?
¿Ir solos? ¿Por separado?
No había una tercera alternativa. Tenían que decidir entre dos males. PAN, PRI y PRD optaron por lo que consideraron era el menor de los males: aliarse, aunque esto los diluyera ideológicamente, le diera credibilidad a la tesis de López Obrador y potencialmente polarizara en dos bandos la elección de 2021.
Hay que mencionar que la alianza es parcial. Los tres partidos irán separados en los distritos, gubernaturas y alcaldías donde creen que pueden ganar solos. Sólo se van a juntar en las demarcaciones que consideran perdidas de antemano. Ahí van a tratar de concentrarse en factores y candidatos locales para convencer al electorado de votar por ellos, en lugar de hacerle el juego plebiscitario a López Obrador.
Movimiento Ciudadano, por su parte, le está apostando a ir solo. A tener su propia identidad. Poner candidatos populares con una propuesta de centro izquierda, social demócrata. También es una apuesta arriesgada y audaz, sobre todo para un partido pequeño que sólo tiene presencia dominante en un estado de la República (Jalisco). La alternativa, para ellos, era unirse a la alianza, diluyéndose en ella y compartiendo la boleta con todos los malos atributos que tienen el PAN, PRI y PRD.
Hace dos años, la alianza del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano fracasó. Nunca pudieron superar las enormes diferencias entre los tres partidos que la conformaron. Su candidato presidencial, Ricardo Anaya, resultó más panista que frentista. La diferencia es que, ahora, no será una elección nacional, sino 32 estatales que operarán los gobernadores de cada uno de estos partidos y, en donde no gobiernan, los liderazgos partidistas de cada entidad. Como dice Jorge G. Castañeda, conque ganen uno de los distritos donde irán unidos, y que ya daban como perdidos, la alianza será un triunfo.
Yo tengo mis dudas. Una de ellas es el PRI. ¿De verdad jugará esta elección como opositor? Veo a varios gobernadores y liderazgos priistas más bien en el otro bando: cerca de López Obrador y de Morena. Y ya sabemos que los priistas son los políticos más mañosos de México. Pueden decir una cosa y, en la práctica, operar para hacer exactamente lo contrario.
PAN, PRI y PRD van a necesitar no sólo buena estrategia, sino además mucha suerte, vayan solos o aliados, ya que enfrente van a tener a un Presidente muy popular y poderoso determinado a ganar, a toda costa, las próximas elecciones.