CIUDAD DE MÉXICO.- Salir de una zona Covid-19 y haber provocado una o más sonrisas a los pacientes del Hospital General de Zona 24 del IMSS significa para María Martínez que cumplió con su trabajo.
Desde que inició la pandemia, su labor como personal de limpieza e higiene del IMSS va más allá de mantener aseadas las diversas áreas, pues también se encarga de hacerles más «pasadera» su estancia y así poner un granito de arena para ganarle la batalla a la enfermedad respiratoria.
«No es sólo limpiar y ya (…) el que los pacientes agradezcan aun estando enfermos, el saber que me dicen: ‘Me alegraste el momento’ o por compartir estas palabras: ‘Me estás dando ánimo’, creo que es lo más satisfactorio, a pesar del momento de la pandemia», dice a EL UNIVERSAL.
Portando su uniforme, pero sin equipo de protección personal porque ha concluido su jornada, María recuerda que hace dos años recibió su base como personal del instituto.
Admite que la pandemia por Covid-19 es lo más complicado que le ha tocado vivir dentro de un hospital, pero a la vez, lo más satisfactorio, pues se imagina en el frente de batalla.
«Es difícil, pero también creo que es muy importante mi trabajo. Pienso que si no paso yo y limpió lo que se ensucia, no puedo dar luz verde a que pasen los médicos o enfermeras a hacer su trabajo (…) Lo que realizo forma parte fundamental de todo lo que se hace en la familia IMSS. Vamos agarrados de la mano, tratamos de ayudarnos y apoyarnos para desempeñar nuestro trabajo lo mejor que se pueda», destaca.
A 10 meses de que se reportó el primer contagio de Covid-19 en México, María suspira y reconoce que lo más difícil no es limpiar áreas donde puede exponerse, sino ver pacientes muy graves y enterarse de que ya no salieron.
«Lo más difícil es ver a la gente que entra y desafortunadamente ya no sale. El lado de ver a la familia o los mismos pacientes, que es con los que nosotros tenemos contacto, el ver su desesperación, sus dolores, angustias, miedo, eso es lo más difícil para mí.
«Personalmente vive uno con miedo y entrar y ver a la gente que está enferma, ver sus dolores es muy difícil, por eso trato de ayudar en lo que pueda», comenta.
Cada día, María se levanta a las 4:30 horas y se alista para iniciar una jornada más en área Covid.
Se despide de su mamá y minutos antes de las 07:00 horas llega al hospital; se presenta con su jefa y espera que le entreguen el equipo de protección personal. A las 07:30 horas ya comenzó con sus labores.
«El área la asignan diariamente. A veces toca entrar a Covid, y a veces, si se puede salvar un día, te mandan a otra zona.
«Se empieza poniendo uno el equipo, pasamos al área ya preparados y ya ahí inicia la jornada con la limpieza de cubículo, con los pacientes y luego oficinas, baños, pasillos. Ya a las 13:30 horas terminamos, salimos y nos quitamos el equipo y comemos, porque ya hace hambre», detalla.
Día a día
María vive con su mamá, hermanas y sobrinos, por eso cuando supo que podría ingresar a áreas Covid modificó los hábitos de limpieza, lo más complicado, dice, es ver la cara de angustia de su mamá cuando sale de su casa.
«También mi familia vive diferentes emociones por mi trabajo, ha sido difícil verme llegar contenta porque alguien se fue de alta o con un nudo en la garganta por los que no salen.
«Para ellos ha sido difícil, más para mi mamá. Cansada o estresada, hagas lo que hagas hay que hacerlo bien, eso es lo que pienso, y entonces aquí vengo y hago lo mejor que puedo. Trato de ponerme en el lugar del paciente y entonces eso es todo: echarle ganas», asegura.
A pesar de que han pasado 10 meses desde que inició la pandemia, María no se acostumbra a la enfermedad respiratoria ni al equipo de protección que debe usar; sin embargo, al sentirse parte de un equipo de profesionales que le dan batalla al Covid-19, recupera el ánimo y se siente orgullosa de su trabajo.
«Todos los días es para mí es algo nuevo, por una parte se puede decir que es difícil porque entra uno con miedo de no saber si te contagiaste, con miedo de llegar a casa, pero por otra parte me da gusto formar parte de esto, estar viviéndolo, formar parte del equipo, que no somos nada más los de limpieza.
«Formamos parte del gran equipo del instituto, desde médicos, enfermeros, jefes, nutrición, todos somos un equipo y creo que esto nos ha ayudado a formar grandes lazos», señala.
Por ello, está convencida de que animar a los pacientes que tienen pronósticos complicados o que tienen ansiedad es parte de su labor, ahora más que nunca.
«Creo que no hay de otra más que decirle a los pacientes que aquí entramos todos y de aquí salimos todos.
«Es difícil la enfermedad, pero creo que todos tenemos que echarle ganas, así seamos de limpieza, doctores, camilleros, todo lo tenemos que hacer lo mejor que podemos, y el principal motivo sería sacar al paciente, que se sienta a gusto, aunque no ve a su familia y esté en el encierro aquí, creo que formar ese lazo.
«No está fu familia, pero estamos aquí y te apoyamos, te ayudamos, eso es lo mejor que podemos hacer», comenta.
La mujer, de 32 años, recuerda que en los primeros meses de Covid-19 un paciente se le acercó y le pidió su teléfono para llamar a su familiar, en esos momentos fue muy difícil para ella porque escuchó cómo se despedía de sus seres queridos, afortunadamente el señor venció a la enfermedad y hasta la fecha se envían mensajes de apoyo.
«Le presté mi teléfono, hace la llamada y por una parte sentí alivio en que se comunicara con su familia, pero escuchar al señor decir sobre los papeles que dejó, que ahí estaba lo de la casa.
«Estaba haciendo cuentas de que a lo mejor no la libraba, pero ahora me sigo mensajeando con su familia. El señor fue dado de alta y están súper agradecidos, no fue gran cosa lo que hice: una llamada para que tuviera contacto con sus hijas. Eso es una de las cosas que me llenan, saber que pude ayudar en algo», relata.
Ante el nivel de emergencia por Covid-19 en la Ciudad de México, la trabajadora de higiene y limpieza del Seguro Social pide a la sociedad no bajar la guardia, a sus compañeros los invita a seguir dando lo mejor de sí y agradece al personal de salud que sigue en pie de lucha.
«No bajemos la guardia, el cubrebocas es indispensable, a mis compañeros les diría que sigamos trabajando y demos lo mejor, y al personal de salud: gracias, porque me ha tocado ver que casi hacen magia ahí adentro.
«Gracias, y no nada más a los médicos, sino a todas las categorías, porque hacemos lo mejor para darle calidad a los pacientes», concluye.