Por Jorge Fernández Menéndez
Agentes, diplomacia, seguridad
La ley es inútil porque así no funciona ninguna agencia de seguridad, ninguna registrará sus activos, ninguna compartirá gentilmente su información ni mucho menos entregará al gobierno en cuestión un informe mensual de sus actividades
La carta enviada por el senador de Texas, Ted Cruz, representante de las alas más conservadoras del Partido Republicano, al Departamento de Justicia y a las instituciones de seguridad de su país no deja lugar a dudas: “Los diplomáticos y funcionarios de Estados Unidos deben utilizar sus voces y la influencia de los Estados Unidos para dejar en claro al gobierno mexicano que atacar o socavar a la DEA es inaceptable y que tal acción pone en duda la solidez de la relación México-Estados Unidos, que podría tener que ser reevaluada”.
La dura carta está relacionada con la aprobación en México de las leyes de seguridad nacional que regulan drásticamente la operación de agentes extranjeros en nuestro país. Días antes, el fiscal general, William Barr, sostenía que “la tramitación de esta legislación sólo puede beneficiar a las violentas organizaciones criminales y a otros criminales que estamos combatiendo conjuntamente”. Sus reacciones no han sido las únicas, muchos en EU han criticado acremente la nueva legislación que dispone, entre otras cosas, que los agentes se deben registrar, deben entregar un informe mensual de sus actividades y deben compartir la información que obtengan con el gobierno mexicano.
Como hemos dicho, la ley es una reacción a las investigaciones unilaterales e inverosímiles que realizó la DEA, sobre todo del exsecretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos. Nada de lo que se reclama ahora por medio de Cruz, Barr y otros tuvo reciprocidad estadunidense en esos y otros temas. Más allá de eso, se puede entender la reacción, pero la ley es inútil y generará más problemas de los que soluciona, comenzando por darle un argumento de presión a personajes que siempre han tenido un discurso profundamente antimexicano.
La ley es inútil porque así no funciona ninguna agencia de seguridad, ninguna registrará sus activos, ninguna compartirá gentilmente su información ni mucho menos entregará al gobierno en cuestión un informe mensual de sus actividades. Sólo puede ser peor que una mala ley, una ley que no se puede cumplir. Y éste es el caso.
La ley en cuestión sí dificultará la cooperación con Estados Unidos y ésa no es una buena noticia, pese al abuso que han cometido algunas de esas agencias (y algunos de sus agentes) durante años, sobre todo durante la administración Trump, en México. La cooperación es insalvable e imprescindible, pero debe basarse en acuerdos firmes y claros. Lo que se hizo con el general Cienfuegos, por ejemplo, no es concebible en un acuerdo de cooperación bilateral. No lo es por la acusación que, insistimos, es inverosímil, pero tampoco por la forma en que se investigó en territorio nacional, por la forma humillante en que se detuvo al general y a su familia en Los Ángeles y porque se ignoró al gobierno mexicano en todo el proceso.
Los mecanismos de cooperación que se implementaron, también después de conflictos graves sobre el tema, en 1990 y en 2007, fueron buenos acuerdos que consolidaron la cooperación y le dieron un marco político e institucional. Es verdad que han quedado rebasados. Pero lo que se debe hacer es tener nuevos acuerdos y un mecanismo de cooperación digno y eficiente con las nuevas autoridades de la Unión Americana (y con los demás servicios y agencias del mundo porque, no nos engañemos, aquí operan casi todos), no acabar con ellos.
La designación de Esteban Moctezuma en la embajada de México en Washington debe inscribirse en este contexto. Ya habrá tiempo de analizar el nombramiento y todas sus implicaciones, pero de lo que no cabe duda es que el tema de seguridad será central en el futuro con Biden, como lo serán la energía, el medio ambiente y la política laboral.
Por cierto, el primero de enero ocupará su asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU Juan Ramón de la Fuente. Con Trump importaba poco la ONU porque al propio mandatario las políticas globales le interesaban muy poco. Joe Biden es, también en eso, la antítesis de Trump. Lo que se haga o deje de hacer en el Consejo de Seguridad tendrá repercusiones bilaterales internas. Decía el presidente López Obrador que la mejor política exterior es la política interior. Verá en las próximas semanas que no necesariamente es así.