
Por Fabiola Guarneros Saavedra
#SéFuerteMéxico
• Sí, son muchas las pérdidas. Y justo por eso tenemos que apelar al pueblo que no se rinde, al que lucha por su familia.
¿Qué pasó con ese pueblo solidario que sabe reponerse de las crisis? Diversos estudios sobre el comportamiento de la sociedad mexicana indican que el motor que impulsa al ciudadano para salir airoso de las adversidades es su familia. Las encuestas sobre el bienestar del Inegi indican también que el mexicano es feliz, pese a la pobreza, desempleo, inseguridad y malos gobiernos, porque tiene a su familia. Y, ¿entonces?
¿Qué pasó? ¿Por qué dejaron de cuidar a su familia? ¿No han sido suficientes nueve meses (desde que se inició el confinamiento) para valorar la salud, la suya, la de sus seres amados y la del personal médico, enfermeras, camilleros, paramédicos y personal administrativo que está en la primera línea de batalla?
Es cierto, hay enojo, incertidumbre, malestar por el fracaso de la estrategia federal (si es que existe) para atender la crisis sanitaria y sus efectos en la economía, en los bolsillos de los mexicanos. Y se entiende porque al día de hoy sólo se suman pérdidas: 5.9 millones de personas se quedaron sin empleo o fuente de ingresos (dato acumulado a septiembre según Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México, con datos del Inegi e IMSS), en abril se esfumaron 12 millones de empleos; cerraron pequeñas empresas y comercios familiares; muchos tuvieron que dejar su vivienda porque ya no pudieron pagar la renta; otros se endeudaron y llevaron sus créditos al límite.
Dos de cada tres hogares declararon que han visto reducidos sus ingresos desde el inicio de la cuarentena. Hay problemas para cubrir los gastos de alimentación; en 44% de los hogares hubo disminución en los ahorros, 51% presentó dificultades para pagar deudas (tarjetas de crédito, préstamos) y en 54% se tronaron los dedos para pagar los recibos del agua, luz, gas, etcétera. Y el colmo: 34% dice que por el confinamiento el costo de luz, teléfono, internet y agua aumentó. Es cierto.
Sólo en la Ciudad de México se tiene el registro de que la enfermedad covid-19 dejó ya 2 mil 731 huérfanos y no hay una estadística aún en las otras entidades del país. Se han muerto —cifras oficiales— más de 117 mil mexicanos y los contagios activos son más de 90 mil, lo que quiere decir que seguirá propagándose el virus.
La salud mental de los mexicanos se ha deteriorado. Hay depresión, estrés, tres de cada 10 individuos de 18 años o más presentaron síntomas severos de ansiedad en junio (32.5%) y julio (30.9%), según la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del Covid-19 (ENCOVID).
Mientras los ingresos disminuyeron, aumentaron las labores del hogar (66%) y las discusiones entre los miembros de la familia (45 por ciento).
Estamos de luto y en la peor época del año, la que reservamos para salir de vacaciones, para hacer regalos, organizar posadas, reunirnos con amigos y familia; para brindar y festejar la vida, para agradecer los parabienes del año que termina y para emprender nuevos propósitos (aunque casi nunca se cumplen, el solo hecho de tenerlos demostraba el espíritu de ánimo por alcanzar las metas).
Sí, son muchas las pérdidas. Y justo por eso tenemos que apelar al pueblo que no se rinde, al que lucha por su familia, por su economía y su país, pese a enfermedades, crisis económica y pese a sus gobernantes. #SéFuerteMéxico.
Por eso debemos escuchar nuestra conciencia e instinto de conservación. No caminemos hacia el matadero, aunque veamos que otros no usan cubrebocas. Quedémonos en casa si no es estrictamente necesario salir y si hay que hacerlo, para mover la economía de nuestro país, que sea uno por familia y tomando todas las medidas necesarias: cubrebocas, caretas, sana distancia, gel antibacterial, lavarse las manos.
Ayudemos a las otras familias y, en la medida de nuestras posibilidades, compremos en el súper o pidámoslo a domicilio, para procurar el empleo de miles; consumamos los productos de nuestra comunidad, como la comida, antojitos y postres caseros, acudamos a las tiendas, cremerías, papelerías del barrio (insisto, uno por familia).
Le apuesto al mexicano solidario, al que sabe levantar escombros, al que lleva comida, al que ayuda a los que se quedaron atrapados en las inundaciones.
No es tiempo de hacer fiestas, posadas o brindis con más de 10 personas. Si nos cuidamos y somos responsables con los que queremos podremos reunirnos pronto. No pongamos en riesgo lo más preciado que tenemos, nuestra salud y la vida.
Aprovechemos estos días para reconciliarnos, para recuperar la alegría y el gusto por vivir, para perdonarnos y arrepentirnos, para estar en paz, para llorar y despedir con el corazón a los que murieron. Necesitamos sanar para estar fuertes y sacar a este país de la fosa. #SéFuerteMéxico.