La semana pasada, Israel fue visto como un país modelo por su lucha contra el coronavirus, superando al resto del mundo en el ritmo de vacunación de sus ciudadanos por un margen considerable.
Pero el virus tenía otras ideas.
Esta semana, Israel enfrenta un cierre más estricto a medida que las infecciones se han disparado a más de 8 mil nuevos casos por día, los funcionarios temen que la variante más transmisible del virus identificado por primera vez en Gran Bretaña se esté propagando rápidamente y los suministros de vacunas de Israel se estén agotando.
La perspectiva de que Israel tenga el virus bajo control para la primavera, una vez prometedora, ahora parece incierta. Los funcionarios de salud dicen que, al menos a corto plazo, la campaña de vacunas no puede competir con las crecientes tasas de infección.
Y la Autoridad Palestina, que administra su propio sistema de atención médica en la Cisjordania ocupada, ha pedido vacunas a Israel, lo que ha provocado un debate sobre la responsabilidad de Israel con los palestinos en un momento en que los suministros de vacunas de Israel están disminuyendo.
“Estamos en el apogeo de una pandemia mundial que se está extendiendo a una velocidad récord con la mutación británica”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu en un comunicado en video el martes por la noche, justificando la decisión del gobierno de imponer un cierre nacional total que cerrará la mayoría de las escuelas y todos los lugares de trabajo no esenciales durante al menos dos semanas.
“Cada hora que demoramos, más rápido se propaga el virus y tendrá un precio muy alto”, agregó.
