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Por Carolina Salomón
“Aquí estoy Juan de Dios, aquí estoy contigo”, gritó doña Florinda al llegar a su casa en la colonia Las Moritas. Todavía no supera la muerte de su hijo y que ha quedado totalmente sola en este mundo.
Las cosas del joven que falleció hace 4 meses de parálisis cerebral siguen en el lugar donde las dejó pues con tocarlas y olerlas la mujer siente que Juan de Dios Romero sigue ahí.
Todos los días le pone una sabana limpia a un sillón que se encuentra en el patio justo en la entrada principal de la vivienda porque era lo que acostumbraba a hacer cuando su hijo estaba vivo.
Al verlo se le viene un recuerdo, los agujeros del sillón los hizo Juan con un bastón y sacaba los hilos y esponjas y reía porque había hecho una travesura.
Ahí, el muchacho pasaba horas sentado tomando el sol, viendo a los vecinos pasar o esperaba a que llegara su madre de juntar botes de aluminio o fierro.
“Yo le hablo cuando llego. Ya vine Juan, es el consuelo que me queda, ya luego digo perdóname Dios porque yo ya se que se fue mi hijo, pero siento su espíritu aquí, conmigo”, dijo la anciana de 70 años.
“Era todo mi querer, desde que nació le detectaron parálisis cerebral y murió hace poco tiempo, salgo a comprar cloro o regreso de juntar botes o fierro y llego gritando a la casa, aquí estoy Juan de Dios aquí estoy contigo, no me dejes sola”, mencionó.
Florinda Lara Moreno, tuvo diez hijos que al cumplir la mayoría de edad hicieron sus vidas y se fueron a vivir a otras ciudades, olvidándose que tenían madre.
Al morir su hijo, su esposo Ventura le dio consuelo, sin embargo, murió de un infarto y quedó totalmente sola.
Ahora la casa es fría luego de haber perdida a sus seres queridos y solo espera que se haga la voluntad de dios, “que sea lo que dios quiera, que me saque de esto y a echarle ganas a la vida”.
Nunca le ha nacido buscar a alguno de sus hijos o saber si tiene nietos pues teme que sientan vergüenza de ella por las condiciones precarias en las que vive.
“Mejor así la paso sola, esta Dios conmigo y siempre he sido muy luchista, con la ropa usada, fierro o botes de aluminio que vendo logro comprar mi comida, aunque si me ofrecen huevos o un kilo de tortillas yo lo agradecería mucho”, indicó.