
Erika Adame dormía plácidamente en su casa, una vivienda ubicada en la colonia Benito Juárez del municipio de San Buenaventura, pues las bajas temperaturas provocaban que se acostara a temprana hora.
Al llegar la media noche del sábado 05 de Enero, algo la despertó repentinamente, escuchando a lo lejos los aullidos de los perros, quienes lastimosamente avisaban que alguien o algo recorrían las calles.
El sonido se aproximaba lentamente y el medio comenzaba a recorrer su cuerpo, sin atreverse a levantarse de su cama y asomarse por la ventana que tenía la cortina entreabierta.
-Sentía miedo, se escuchaban los perros como si estuvieran llorando y sus ladridos se iban acercando hasta mi casa, como si persiguieran a alguien- mencionó.
Al llegar los lamentos de los perros, pudo escuchar como una mujer lloraba, un quejido que a cualquiera pondría los cabellos de punta, llegó a pensar que podría tratarse de la famosa “Llorona” pero no, su lamento deprimía a cualquiera que lo hubiera escuchado.
-Tal vez es alguna jovencita que le pasó algo- Pensaba Erika al escuchar el llanto en el exterior de su casa, pero aun así, algo le impedía salir, ese temor a lo desconocido y los aullidos de los perros que daban un toque lúgubre, como si fuera la muerte la que caminaba por el lugar.
-Me tapé con el cobertor hasta la cabeza, pero aun así escuchaba el lamento, yo tenía mucho miedo y cuando dejaba de escucharlo, me destapé y miré por la ventana. Allí se veía la silueta de una persona por la cortina y lo primero que se me vino a la mente fue “hay Dios mío, ya vienen por mí”.
Lagrimas comenzaron a salir de los ojos de Erika, al pensar que el espíritu o la muerte había llegado a su casa para llevársela y por instinto, se puso de rodillas y comenzó a rezar.
La sombra aun permanecía frente a su ventana y solo podían escucharse pequeños sollozos que hacían que perdiera la concentración al momento de levantar una plegaria a Dios.
-Me sentía desesperada y al no poder rezar un Padre Nuestro completo, decidí hablar con Dios para pedir ayuda, pero no para mí. Es como si la mujer que lloraba me pidiera que hiciera una oración para ella.
Susurrando lanzó la plegaria, pidió por el alma de la mujer -Dios mío, si ya es hora de que me vaya a tú lado está bien, pero antes de que me lleves a tu santa gloria, deja que el alma de esta muchacha deje de estar vagando y que pueda encontrar el camino hasta tu reino- fue la plegaria que lanzó.
Tras finalizar el rezo, los perros dejaron de aullar y una paz sintió en el ambiente, cuando sintió como un enorme brillo traspasaba sus ojos a pesar de tenerlos cerrados.
-Se lo juro, abrí mis ojos y vi por fuera de la ventana, una luz muy brillante que de repente desapareció y en ese momento dejaron de ladras los perros y el llanto ya no lo volví a escuchar.
En ese momento, Erika se sintió más segura y abrió la cortina, observando como el enorme resplandor volaba por los cielos y se perdía a la altura de una granja de gallinas, ubicada en la carretera de San Buenaventura al municipio de Abasolo, hasta que desapareció por completo.
-La verdad no sé qué pasó, después de eso, me fui a la cama y nuevamente me tapé para quedarme dormida y no despertar hasta que nuevamente sentí la luz por la ventana, pero era la luz del sol.
Ella pensaba que podría tratarse de algún sueño, pero las imágenes y el lamento aun lo tenía en su cabeza.
No sabía si era conveniente platicarlo a sus hijos, pues sentía el temor de que la juzgaran loca, hasta que al salir a la calle para barrer la banqueta, una de sus vecinas, una niña de escasos 4 o 5 años, le preguntó quién era la señora que estaba afuera de su casa en la noche. Una mujer que lloraba y después comenzó a brillar intensamente.
-Cuando me preguntaron eso, me di cuenta de que no había sido un sueño y decidí llamarle para contar lo que me había ocurrido- finalizó.
Hasta el momento no sabe qué fue lo que ocurrió, pero asegura que se siente tranquila al pensar que era un alma errante a la que ayudó a cruzar el umbral para llegar al más allá.
Un espíritu que solo necesitaba que una persona se apiadara de su dolor y que lanzara una plegaria por su descanso eterno.