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El 14 de febrero del año pasado, el hotel Le Rêve tuvo tanta demanda que una sola habitación podía dar hasta siete servicios en 24 horas.
Aunque hubiera clientes, este año moteles y hoteles no pueden operar a más del 30 por ciento de capacidad.
La pandemia castigó a este sector que, sin embargo, ha mantenido el apoyo para hospedar a médicos.
«Estamos trabajando con un 30 por ciento de hospedaje y también del personal. No quisimos despedir a nadie, pero para no vernos afectados, tuvimos que hacer roles», explicó Isabel, gerente del hotel Quinto Elemento.
Desde mayo del año pasado, este lugar se ha vuelto la casa de Jaqueline Nava, enfermera del Hospital General de San Ángel.
«Yo vengo de Ecatepec y me enteré por las noticias que podíamos pedir asilo en los hoteles. Justo, por la pandemia, estaba buscando un departamento en donde rentar y aislarme de mi familia. Y este lugar me ayudó», contó.
El refugio le permitió cambiar las dos horas y media de traslado por caminatas de 5 a 10 minutos. Con todo y la crisis, el hotel lava la ropa de sus huéspedes médicos y les da el desayuno todos los días.
Limpieza profunda
La higiene es otro de los factores que más contrastan con el pasado. La limpieza podía ser profunda antes de la crisis sanitaria, pero este año escaló a niveles de sanitización.
Andrea Rodríguez, de la cadena V Motel Boutique, relata el largo proceso de preparación antes de que una habitación pueda recibir huéspedes nuevamente: primero se retiran los blancos y la habitación se ventila durante dos horas.
Hasta entonces llega un primer equipo de limpieza y, después, se realiza una primera purificación con luz ultravioleta.
«Al terminar esta desinfección llega el segundo equipo de limpieza, quienes visten la cama, colocan amenidades y afinan detalles. Posteriormente, realizan una termonebulización que se realiza con otras máquinas especiales. Al final, cerramos la puerta y colocamos un sello que garantiza la correcta sanitización de la habitación», recuenta.
Hasta cuatro horas fuera de servicio, lo que limitará la capacidad de respuesta en caso de que llegara a haber demanda.
En síntesis, la inversión para adaptar estos negocios a la pandemia ha sido muy alta, mientras que los dividendos siguen bajos.
«Este año no sabremos qué esperar hasta ese día. Esperamos que venga la gente, pero es un momento complicado», remata Isabel.