Por Pascal Beltrán del Río
¿Dónde debió comenzar la “fase 2” de vacunación?
San Bartolo Ameyalco es uno de los pueblos originarios de la alcaldía Álvaro Obregón y una de las comunidades más antiguas del Valle de México.
En 2014 estuvo en las noticias cuando granaderos de la policía capitalina realizaron un aparatoso operativo contra habitantes que intentaban evitar la ampliación del Sistema Cutzamala, en el que más de cien personas resultaron lesionadas.
En esta pandemia ha vuelto a estarlo por ser el centro poblacional de la capital con mayor concentración de contagios. A fines de enero, San Bartolo Ameyalco tenía alrededor de 480 casos activos de covid entre sus 35 mil habitantes, de acuerdo con José Piña, director de Protección Civil de Álvaro Obregón.
A pesar de ello, el pueblo no estuvo considerado en el arranque de la “fase 2” de la vacunación anticovid en la Ciudad de México. Lo curioso es que se encuentra mucho más cerca de algunos centros de vacunación en Cuajimalpa y La Magdalena Contreras que de la propia sede de la alcaldía Álvaro Obregón.
Para llegar a ésta, desde San Bartolo, hay que recorrer unos 15 kilómetros, lo cual toma más de media hora. En cambio, en cosa de 15 minutos se puede llegar ya sea a la escuela Maestros de México, en el pueblo de San Mateo Tlaltenango, en Cuajimalpa, o a la Alfonso Reyes, en San Bernabé Ocotepec, en La Magdalena Contreras, donde, desde el lunes, se está aplicando la vacuna a adultos mayores.
El domingo pasado, al anunciar la “fase 2” de la vacunación –destinada a adultos mayores–, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que el arranque se daría en los 330 municipios más marginados del país. La razón que se esgrimió es que los habitantes de esos lugares no tienen acceso a centros de salud y comúnmente las personas enfermas no tienen más que convalecer en casa.
De haber aplicado estrictamente ese criterio, la Ciudad de México habría tenido que iniciar la vacunación en Iztapalapa y Gustavo A. Madero, demarcaciones territoriales que tienen el mayor grado de marginación, como la que se da en las colonias Desarrollo Urbano Quetzalcóatl y Chalma de Guadalupe, que están, además, entre las 200 colonias de atención prioritaria por covid.
Pero se optó por Cuajimalpa, La Magdalena Contreras y Milpa Alta, creo yo, porque son las alcaldías menos pobladas y porque las vacunas que recibiría el domingo pasado la capital alcanzaban para los 80 mil adultos mayores que allí habitan.
No estoy seguro de que repartir las vacunas entre áreas administrativas haya sido la mejor decisión. Si bien todos los mexicanos merecen ser inoculados, es evidente que las vacunas no alcanzan para todos, al menos las que se tienen al momento.
Quizá una mejor priorización hubiera sido destinarlas a las zonas donde la transmisión del virus es más intensa, bajo la premisa de que, en salud pública, siempre se debe buscar el mayor beneficio social. Para eso sirve la tecnología. Con base en los datos existentes sobre contagios, se pudo haber determinado con mucha precisión los lugares donde era más útil emplear un recurso por ahora escaso, como es la vacuna. No era indispensable vacunar a todos los adultos mayores del mismo municipio o alcaldía porque no todos viven en áreas de riesgo.
Es poco lógico que la gente de San Bartolo Ameyalco sea vacunada después de quienes viven en la porción de Santa Fe que corresponde a la alcaldía Cuajimalpa, que no aparece en el mapa de riesgo covid de la capital.
Decía Winston Churchill que los planes carecen de importancia, pero la planeación es fundamental. Aunque es afortunado que ya se esté aplicando la vacuna a adultos mayores, no parece haberse aprovechado el tiempo de espera para tomar decisiones con base en datos sobre quiénes debían recibir las primeras vacunas y cómo hacerlas llegar para ponérselas. Cuando los recursos son escasos deben ser bien aprovechados.