Faltaban 10 para las 8 de la noche, Jesús “N” se encontraba en una carne asada, con su familia, su esposa y sus suegros, “Chin, ni quiero ir a jalar” le dijo a su suegro, “Pero si no voy no sale el bono de asistencia y hay que dar el abono de la recamara, voy a cambiarme” le dijo, bajo listo, pero eran las ocho ya el camión había pasado, “Ni modo ya no fui, a ver cómo le hacemos” pero su suegro le dijo él lo llevaría y lo hizo, alcanzó el camión en el cual ya no regresaría más a su casa.
José «N” suegro de Jesús, triste por lo que pasó, siente culpa por haber llevado ese día alcanzar el camión que lo trasladaría a su muerte.
“Pero uno como iba a saber que eso pasaría, lo vi entusiasmado pues él quería trabajar el día extra en busca de una mejor vida para mi hija, con gusto le ayudé para que así fuera, y mira lo que pasó. La mina nos lo quitó” indicó.
Jesús, dejó en la orfandad a un niño de un año de edad, una joven madre de apenas 18 años, y un futuro de una larga vida por la juventud de ambos.
A 15 años de la tragedia minera más grande de los últimos tiempos, los restos de Jesús aún no han sido recuperados, ni los de sus 62 compañeros que aun permanecen en el interior de la Mina 8 Pasta de Conchos.