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martes 5 de noviembre de 2024

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La despedida de un ser amado

La despedida de un ser amado

Javier era una persona muy apegada a su abuelo, a quien consideraba como su segundo padre, luego de pasar la mayor parte de su infancia a su lado, creando un lazo que se extendería hasta el más allá.

Desde que ingresó a estudiar, era su abuelo quien lo llevaba hasta el plantel educativo y antes de retirarse, este le recomendaba que estudiara mucho que no descuidara la escuela.

Al tocar la campana de salida, Javier salía corriendo y en la puerta se encontraba aquel hombre robusto, a quien apenas se le notaban las canas y juntos caminaron hasta su casa.

En cada uno de los logros de Javier siempre estaba aquel hombre acompañándolo y nunca dejaba de dar la misma recomendación, «ponte a estudiar, quiero verte convertido en un hombre de provecho».

Llegó el momento en el que el pequeño se convirtió en un joven y le entusiasmaba el estudiar la carrera de Leyes, tomando la decisión de trasladarse a la ciudad de Monterrey, para ingresar en una de las universidades más prestigiadas.

A pesar de la distancia, ambos se mantenían en comunicación constante y al llegar el período vacacional, Javier pasaba toda la semana al lado de su abuelo, con quién salía a recorrer el campo o le ayudaba en su pequeña hortaliza que tenía en el patio.

Los años no perdonan y el ancianito cayó enfermo y terminó en la sala de urgencias de un hospital bajo el cuidado de sus hijos, quienes se encargaban de comunicarse con Javier para que pudiera platicar con ese hombre que lo había motivado a seguir adelante.

Su nieto le decía que pediría una semana en la escuela para ir a visitarlo en el hospital, pero en tono enérgico, su abuelo le ordenaba que no descuidar las clases y prometió que en el momento en el que saliera del hospital, lo visitaría hasta Monterrey.

Cierta noche, Javier se quedó despierto hasta muy tarde, pues el período de exámenes se aproximaba, cuando terminó por ser vencido por el sueño pero no dejaba de pensar en el estado de salud de su abuelo.

Un momento de paz pasaba por su cabeza y mientras dormía, soñó como su abuelo ingresaba a su habitación, se sentaba a un lado de su cama y mientras le acariciaba la cabeza, les decía que tenía que terminar sus estudios y prometió que el día de su graduación, él estaría acompañándolo, para después darle un beso en la frente.

Todo parecía real y su sueño nunca desapareció de su cabeza, pues tras recibir aquel beso, su teléfono comenzó a sonar provocando que despertara repentinamente para recibir la fatal noticia. Su abuelo había fallecido.

Esa misma noche preparó las maletas y regresó hasta su casa en donde fue recibido por sus padres, quienes buscaron la manera de consolarlo y al encontrarse tranquilos frente al ataúd, su padre se acercó y puso su brazo sobre su hombro, mientras le platicaba los últimos minutos que vivió su abuelo.

«Sabes bien que él te quería mucho y me encargo que te dijera que terminarás tus estudios y prometió, que te acompañaría el día de tu graduación y me pidió que te diera un abrazo fuerte y te diera un beso en la frente, después cerró sus ojos y no volvió a despertar».

Javier se quedó sorprendido, pues en su sueño, su abuelo había acudido a despedirse y le dijo las mismas palabras.

Él cumplió el encargo de su abuelo y tras la aparición del hombre que lo crió, esperaba que cumpliera su palabra, pues sabía que de una u otra manera, éste buscaría la forma te demostrarle que se encontraba a su lado, aquel día en el que le entregaría en su certificado.

Sus ojos comenzaron a llorar al ver que todo transcurría con normalidad y en un arranque de tristeza, arrugó el simbólico papel que entregaron en la ceremonia  para después tirarlo, sin percatarse de que su madre lo tomaba del suelo y lo guardaba en su bolso.

Pasaron los años, Javier creció y tuvo dos hijos a quienes les platicaba constantemente sobre su abuelo y les daban las mismas recomendaciones, que no descuidaran las clases y le echaron muchas ganas.

Su hijo mayor logró graduarse del jardín de niños, recibiendo un pequeño rollo de papel que simbolizaba su certificado de estudios.

Al finalizar la ceremonia, se mostró frustrado al abrir aquel rollo y ver unas palabras sin sentido, entregando aquel papel a su padre, quien comenzó a llorar al ver escritas las palabras «Te dije que te acompañaría en tu graduación. Sé feliz hijo mío».

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