Por Pascal Beltrán del Río
Triplemente catastrófico
México rebasó ayer los 180 mil fallecimientos por covid, en cifras oficiales de la Secretaría de Salud.
El 4 de junio de 2020, el subsecretario Hugo López-Gatell, vocero de la estrategia del gobierno federal contra la epidemia —quien el sábado pasado anunció que había dado positivo a covid—, dio a conocer los cálculos que la dependencia federal había hecho en el inicio de la pandemia sobre “la carga esperada de enfermedad”. Dijo que el mínimo era de 6 mil fallecidos, hasta llegar a un “escenario muy catastrófico” de 60 mil muertos.
Ese día, el número de decesos era de 12 mil 545. Menos de tres meses después de esa conferencia de López-Gatell —el 22 de agosto—y a menos de un semestre de que apareciera la enfermedad en México, el país alcanzó los 60 mil fallecimientos. Cuatro meses después —el 23 de diciembre—, se alcanzó el doble de ese “escenario muy catastrófico”. Y ayer, menos de dos meses después, llegamos al triple del peor escenario previsto por López-Gatell.
En resumen, México tardó 175 días en sumar los 60 mil fallecimientos; luego, 123 días para alcanzar los 120 mil, y apenas 63 días para llegar a 180 mil.
Hay que decir que ese dato es el oficial. Con base en el exceso de mortalidad que se ha registrado en México —de 37.7% o 228 mil fallecimientos hasta la semana 45 del año pasado—, organismos como el Instituto para la Evaluación y Métricas de la Salud, de la Universidad de Washington, calculan que el dato de 180 mil decesos podría estar subestimado en alrededor de 25 por ciento. Otros piensan que más.
Mientras que en el mundo el coronavirus SARS-CoV-2 tiene una letalidad de 2.14%, en México andamos en una tasa de 8.82 por ciento.
Estamos en el tercer lugar mundial en fallecimientos totales, después de Estados Unidos y Brasil, y en primer lugar de América Latina y segundo del continente en muertes por millón de habitantes, con mil 385. En cambio, ocupamos el lugar 156, de 221 países y territorios, en número de pruebas por millón de habitantes, con 40 mil 574. En ese rubro, sólo hay dos naciones latinoamericanas debajo de nosotros: Haití y Nicaragua.
En cuanto a la vacunación, la gran esperanza del mundo para superar la enfermedad, México apenas había vacunado con esquema completo, hasta ayer domingo, a 445 mil personas (0.35% de su población. De acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins, eso coloca a nuestro país en el lugar 47 de 101 países y territorios donde ya comenzaron a vacunar a su población. Tres naciones latinoamericanas —Argentina, Costa Rica y Brasil— tienen un mayor porcentaje de esquemas completos.
Igual que en otros países, México comenzó por vacunar a adultos mayores. Pero la diferencia es que aquí el mayor exceso de mortalidad por covid se encuentra en el rubro de 45 a 64 años (63%), a causa de comorbilidades. El fin de semana, infectólogos como Malaquías López Cervantes, de la UNAM, hacían notar que 45% de los 180 mil fallecidos padecían hipertensión; 37.58%, diabetes, y 22.29%, obesidad.
Si de prevenir muertes se trata, ¿no debieran las autoridades sanitarias apurar la vacunación en el grupo de edad más vulnerable ante la pandemia? Es una de las preguntas que deja este escenario triplemente catastrófico. ¿Quién cuidará de los adultos mayores si sus hijos ya no están?
Buscapiés
En agosto de 2019, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes dijo que la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, en Texcoco, costaría al erario unos 71 mil millones de pesos. Siempre ha sido bandera del gobierno federal que sustituir esa obra por la adecuación y ampliación de la actual base aérea militar de Santa Lucía, para crear un “sistema aeroportuario del Valle de México” —junto con el Benito Juárez y el de Toluca— era lo mejor para las finanzas públicas. Sin embargo, la Auditoría Superior de la Federación acaba de documentar que el costo de cancelar el NAIM se eleva a por lo menos 332 mil millones de pesos. Total, que aún no sabemos si Santa Lucía podrá operar de manera simultánea con los otros dos aeropuertos; no hay nadie en la cárcel por los supuestos actos de corrupción que tuvieron lugar en Texcoco y, además, hay que pagar un demonial de dinero.