Por Carolina Salomón
“Hermano abre los ojos”, decía la hermana pequeña de Jucel cada vez que se acercaba al ataúd a verlo, momentos que destrozaban el corazón de toda la familia y que hacía que rompieran en llanto durante su funeral.
Jucel Alexander Rodríguez Fernández, de 9 años, fue atropellado en la colonia Anáhuac el pasado sábado cuando paseaba en bicicleta junto a sus amiguitos del barrio, desafortunadamente un vehículo lo atropelló y perdió la vida en el hospital.
El niño pidió permiso a su madre para ir a la tienda, tal vez se le hizo fácil como a los otros de sus vecinitos que lo acompañaban sin imaginar que ya nunca regresaría a casa.
Mirna Domínguez recuerda a su sobrino como un niño alegre, sensible, tranquilo, inteligente, dedicado a los estudios y que le gustaba el fútbol.
“Vivía su infancia como todo niño, a lo mejor a él se le hizo fácil irse una cuadra más con sus demás compañeros, él pidió permiso para ir a la tienda sin pensar lo que iba a pasar. Los caminos que nos depara la vida a veces son tristes y la criatura ya pasó a mejor vida”, mencionó.
La niña de 7 años sentirá la ausencia de su hermano pues eran tan apegados que compartían todo, iban a la tienda juntos, jugaban y Jucel siendo el mayor la protegía y cuidaba a donde quiera que ella iba.
“Se te rompe el corazón cuando viene la niña y ve su ataúd, porque dice hermano abre los ojos”, indicó.
“No sé cómo nos vaya a evolucionar la niña que es la única que nos queda, estaba bien apegada a él y nunca peleaban, eran bien unidos, esta vez porque la niña no tenía bicicleta sino hubiera andado con él”, señaló.
QUE EL CASO NO QUEDE IMPUNE
La capilla donde fue velado el pequeño estuvo muy concurrida el día de ayer, llegaban personas que sin conocer al niño o la familia daban el pésame a los padres porque el hecho conmocionó a la sociedad, más porque el detenido sigue libre dado a que policías municipales no lo pusieron a disposición del Ministerio Público.
“Anoche (domingo) estuvo llena la capilla, querían que lo veláramos en su casa, pero no cumple con las medidas sanitarias y por la economía no se puede”, comentó.
Los gastos funerarios los cubrió la familia quienes sacando de aquí y de allá lograron reunir la cantidad para darle cristiana sepultura al pequeño en el panteón Sagrado Corazón.
“Ayer los niños nos ayudaron con diez a quince pesos, andamos a medio rascando a ver qué sale porque mi hermano apenas iba a empezar a trabajar y se vino por el accidente que sufrió su hijo”, detalló.
Para las 2:00 de la tarde, un párroco llegó a la funeraria para bautizar a Jucel, orar y pedir por su eterno descanso.
RESPONSABLE DEL INCIDENTE NO PAGÓ NI UN MEDICAMENTO
En la madrugada del sábado, los familiares anduvieron hasta a pie de farmacia por farmacia consiguiendo sondas, medicamentos y lo que el menor necesitaba porque estaba hospitalizado en el Amparo Pape.
La mujer, esposa del hombre que atropelló al niño, solo se preocupó en su marido, en que este saliera libre para ir a descansar tranquilos, pero no por ver que necesitaban los padres de Jucel.
“El niño entró al hospital y convulsionó y donde le metieron las mangueras le salió el cuajo de sangre, no había médico cirujano y lo tenían que trasladar a Saltillo”, contó la tía.
“El señor no se quedó con mi cuñado, ni siquiera para ver los gastitos que pudiera haber, la señora sacó a su marido y se fue a descansar, cuando nosotros anduvimos en la madrugada consiguiendo una sonda”, agregó.