
Por YURIRIA SIERRA
Las aulas tras covid-19
Lo hemos pensado todos, o al menos eso esperamos: cuando el mundo vuelva a ser lo que fue hasta antes de la aparición de covid-19, nada puede seguir como entonces
Cuando la pandemia nos obligó a irnos a casa, millones de alumnos quedaron en la incertidumbre. ¿Cómo carajos iban a continuar con su educación bajo condiciones nunca antes vistas? Desde luego que existía la educación a distancia, pero nunca de forma generalizada. Desde hace un año, esta vía no era sólo para algunos, sino para todos los estudiantes y de todos los niveles educativos. Al reto sanitario, al económico, al social, al personal, también se le sumó el educativo.
Hubo grandes iniciativas. Aquí en México, se puso en marcha, en el ciclo escolar que empezó tras el verano, la teleenseñanza gracias a la disposición de autoridades y el compromiso de empresas privadas de comunicación, como Grupo Imagen, Televisa, TV Azteca y Multimedios. Esto permitió que estemos cerca de terminar un año académico vivido por completo a la distancia. Y no hay fecha para que las aulas y los patios vuelvan a estar llenos de estudiantes. Ni en México ni en otras partes del mundo, en donde la pandemia mantiene amagada nuestra normalidad.
Hace unos días, YouTube y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) presentaron Mi Aula, un canal de la plataforma de videos disponible en México y Argentina con más de mil 700 videos para educación secundaria y media superior, todos alineados a los programas de estudio de estos grados. Una vía para acercar aún más a estudiantes y docentes y ayudarlos a reforzar el proceso de enseñanza y de aprendizaje, más aún en un periodo de la historia que no puede vivirse sino a la distancia.
Listas de reproducción por materias y grados. Cada uno de los videos siguiendo los planes de estudio avalados por la Secretaría de Educación Pública (SEP), para el caso de México. Una herramienta adicional a lo que se ha puesto en marcha con la emergencia sanitaria y que puede usarse con la mayor facilidad posible.
Lo hemos pensado todos, o al menos eso esperamos: cuando el mundo vuelva a ser lo que fue hasta antes de la aparición de covid-19, nada puede seguir como entonces. Cuántas cosas hemos aprendido, cuánto deberemos adaptar a un cotidiano que llegó de manera inesperada, pero que nos demostró que también hace que el mundo se mueva. La educación es uno de esos tantos sectores que se adaptaron al momento histórico. Y aún está en ese proceso, el de la curva que permite corregir y perfeccionar, pero estos últimos trece meses nos han demostrado que la tecnología es, hoy por hoy, uno de los activos que más nos aseguran el ritmo de construcción del futuro. ¿Qué habría pasado si la emergencia sanitaria hubiera llegado antes que el internet? Ya no estamos en una posición que nos permita darnos siquiera el lujo de pensarlo.
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En este contexto pandémico, donde los niños, niñas y adolescentes han tenido que estar frente a una pantalla para tomar clases. Lo inesperado inició pronto su proceso de deconstrucción, porque ahora ellos buscan que la tecnología también les permita avanzar a su propia velocidad. Qué bueno que el Estado, las plataformas y las organizaciones pongan a su alcance esta oportunidad. Y esta posibilidad tendrá que ser para todos, no importa dónde vivan. A eso también hay que apuntarle.