Por Esequiel Aguilera
Elaborar lápidas, partes de cocinas, sanitarios y lavabos, es un arte no cualquiera puede trabajar el granito, ni preparar la mezcla exacta, dijo Juan Manuel López Lira, que tiene 43 años dedicado a esta actividad y señala que su profesión le ha dado muchas satisfacciones sobre todo al cumplir con pedidos de sus clientes.
Oriundo de un ejido del municipio de San Pedro de las Colonias, Coahuila dice que a los 19 años tomó la decisión de salir de su pueblo y partir en busca de oportunidad de vida, a su llegada lo primero que encontró fue trabajo en una marmolería en donde trabajo por cerca de 20 años.
“Un día decidí instalar mi propio negocio de eso hace ya 23 años, en este correr de los años, aprendí que para seguir en activo es necesario cumplir lo que quiere el cliente, pero también trabajar con calidad, es lo que marca la diferencia el trabajo, la disciplina y ser leales a los pedidos de los clientes” señala.
Con orgullo aclara que junto con su hijo empezaron de cero en la instalación del taller en la colonia Guerrero, hoy tiene dos trabajadores que también dominan el arte de elaborar toda serie de trabajos, de acuerdo al gusto de los clientes, sin importar si ya habían fabricado el modelo que busca el cliente.
Y además tiene un punto de venta que se ubica en la calle Ejército Nacional número 128 de la colonia El Pueblo.
“Utilizamos mármol, granito de cuarzo triturado, en la mezcla está el detalle, se tiene que elaborar de buena calidad, eso es lo que atrae al cliente, el trabajo que pagan es garantizado por la experiencia recogida los últimos 43 años, primero como trabajador y luego propietario de mi taller” señala.
Entre las principales ventajas del mármol es que nunca pasa de moda, es elegante y de alta durabilidad.
Desde su punto de vista la tradición de honrar la memoria de un ser querido con una lápida se mantiene, todavía hay gente que no quiere cremar sus difuntos, se les hace más correcto contar con un pedazo de tierra y saber que ahí se encuentran los restos de sus seres queridos por ello siguen con esa antigua tradición.
Entre sus clientes tiene gente acomodada que pide lapidas caras de hasta 40 mil pesos, pero también cuenta con familias que buscan precio económicos y hay desde tres a cinco mil pesos.
“Todo negocio debe contar con variedad de precios, lo que no se puede bajar es la calidad, el tamaño o estilo es lo que marca la diferencia, a la gente le interesa que la tumba de su ser querido este adornada con una lápida, es una tradición que yo creo no va a terminar va a prevalecer por muchos años” señala.
Con el apoyo de su hijo Jonatán que también domina este arte piensa seguir de largo, es una actividad que le deja grandes satisfacciones 43 años de trabajar en la fabricación o elaboración de lápidas es parte de su estilo de vida, por ello hasta que tenga fuerza y salud mantendrá su pequeño negocio.