
ROMA, Texas, EU.-Oscurecía y los agentes de la Patrulla Fronteriza escuchaban el ruido de botes que se inflaban del otro lado del río Bravo, en México. Sabían que tendrían trabajo.
Una hora después, desembarcaban unas 100 personas en seis viajes a Estados Unidos, incluidas numerosas familias con bebés y niños de hasta siete años que viajan solos.
Roma, una ciudad de 10 mil habitantes con edificios históricos y negocios tapiados en el Río Grande Valley de Texas, se ha convertido en un nuevo epicentro de los cruces irregulares de la frontera, por el que pasan cada vez más familias y menores que ingresan a Estados Unidos en busca de asilo, reportó AP.
Las autoridades estadounidenses reportaron más de 100 mil cruces ilegales de la frontera sur en febrero, la cifra más alta desde un período de cuatro meses en el 2019.
El Gobierno tenía bajo su custodia más de 16 mil menores el jueves pasado, incluidos unos 5 mil alojados en instalaciones precarias del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza.
Ese miércoles, en el río Bravo (Grande para los estadounidenses), un coyote se resistía cuando un agente estadounidense le pidió que desembarcara a la gente, pero aceptó luego de que el oficial dio garantías .
«Hay niños abordo», gritó el coyote a las autoridades.
A medida que los botes se acercaban a la ribera el miércoles por la noche, los coyotes se metían en el agua, alzaban a los menores en sus brazos y tomaban de la mano a los adultos, que formaban una fila.
Los agentes estadounidenses escoltaron a los migrantes casi un kilómetro (media milla) por caminos de tierra hasta las afueras de Roma, donde otros agentes examinaron sus documentos. Los menores que viajaban solos fueron separados de las familias.
De allí los migrantes pasaron a un estacionamiento cercano y se montaron en autobuses y camionetas.
Se supone que los menores no pueden pasar más de 72 horas bajo la custodia del servicio de Aduanas y Protección Fronteriza, pero a menudo pasan más tiempo porque la agencia de Salud y Servicios Humanos no tiene suficiente espacio.
Las autoridades estadounidenses dicen que las expulsiones de familias tropiezan con la reticencia de México a aceptarlas, sobre todo las del Valle del Río Grande, el corredor más usado por los migrantes.