
Por Yuriria Sierra
El pataleo
Salgado Macedonio no entregó cuentas de la que asume como encargo de coordinación estatal, pero que se ve, huele y se siente como precampaña
¿Qué otra cosa podía decir que no fuera “es un error”? ¿Qué otra reacción esperábamos que no fuera el pataleo? Lo mismo en Guerrero que en Palacio Nacional.
Félix Salgado Macedonio tendrá que acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para defender ahí lo que no pudo demostrar. Si su honorabilidad ha estado en duda desde hace años, con momentos aun más críticos en los últimos meses; ahora es su honestidad la que se pone bajo el reflector. No entregó cuentas de la que asume como encargo de coordinación estatal, pero que se ve, huele y se siente como precampaña. Y como no lo hizo, el registro de su candidatura fue para atrás.
Y no le quedó otra que irse por los descalificativos. Que si fue una decisión “grosera y arbitraria”. Se enredó solo y trastabilló: “El Instituto Nacional Electoral es árbitro, no jugador. No juegues. Aquí lo que está haciendo el INE es colocarse a favor de la mafia y no nos pueden quitar siete consejeros en línea, porque hasta eso, sesionaron en línea, les da miedo juntarse a sesionar porque se pueden contagiar de covid-19…”, dijo ayer en un evento proselitista del que también tendrá que rendir cuentas, porque su candidatura está en duda. Pero en esta expresión es donde se equivoca o, más bien, donde lo entiende todo mal.
En efecto, el INE es árbitro y, como tal, evaluó y decidió que la suya, senador con licencia, no es una candidatura viable, porque no fue transparente a la hora de reportar sus gastos previos al inicio de la campaña electoral.
Y bueno, el pataleo no sólo llegó de Guerrero: “No nos gustas tú y entonces a ver, busco un pretexto, cualquiera, una excusa. Y te elimino… Yo nunca lo voy a ver bien y espero que comprendan que no es una intromisión, es una decisión del Instituto Nacional Electoral (…) Cómo voy yo a quedarme callado nomás porque soy Presidente. Eso para mí es un atentado a la democracia, así de claro, es juego sucio, es antidemocrático…”, dijo Andrés Manuel López Obrador.
Y si el Presidente fue tan indolente con las víctimas que acusaron a Salgado Macedonio por violación, ¿qué otra cosa podía decir, si la descalificación institucional es y ha sido siempre uno de sus deportes favoritos?
“Sí es extraño porque antes no lo hacían y ahora están convertidos en el supremo poder conservador. Ya deciden quién es candidato y quién no. Antes no era así. A lo mejor ya cambiaron las leyes o antes no se aplicaban y ahora sí se aplican…”, la cantaleta del conservadurismo sólo porque se tomaron decisiones autónomas, como lo marca la ley, que no le son favorables. Como lo hace respecto a la Ley de la Industria Eléctrica y cuántas más resoluciones que no le han gustado.
¿Qué le deben a Salgado Macedonio? ¿Por qué la defensa férrea de su permanencia en la vida política del país? Éste es el tipo de ejemplos que necesitamos para defender, hoy más que nunca, a los órganos autónomos. Estos son los momentos en que agradecemos que existan, aunque también busquen desaparecerlos.