Por Rocío de Jesús
El viacrucis viviente se tornó, como en cada ocasión que se celebra, en una reflexión de la vida diaria, una a una de las catorce estaciones abordaban problemáticas reales a las que se enfrenta la gente. La actuación de los personajes logró estremecer a los presentes.
Para dar identidad al Cristo de la Bartola, se retomó este cerro para la realización de uno de los eventos más importantes que realiza a nivel mundial la Iglesia Católica. El Viacrucis, que significa, el camino de la Cruz.
De las 10 a las 11:30 horas de este Viernes Santo, un grupo de laicos escenificaron el acto del calvario con sus 14 estaciones y una a una, compararon las vivencias de Jesús con las experiencias actuales de la humanidad.
Gritos, llantos, latigazos, las caídas de Jesús, todo esto predominaba mientras de fondo se escuchaba el canto del Pretorio, que logra llegar al alma de los creyentes. La letra de este canto y las escenas del Viacrucis, trasladan a los feligreses a los tiempos en los que Cristo se entregó por la salvación de la humanidad.
Una de las escenas más impactantes, es cuando la Virgen María se encuentra con su Hijo Jesús, mientras este lleva la cruz a cuestas. Ahí se recordó los sacrificios y dolores que pasa una madre por y con sus hijos.
Desvelos por enfermedad cuando son niños, o por vicios cuando son grandes, y la pérdida de un hijo, de los dolores mas grandes que una madre puede experimentar.
El encuentro de Jesús con la Verónica, es otra de las inolvidables escenas que se cuentan en la vía de la cruz, cuando ella se acerca a tratar de darle de beber, pero los soldados se lo impiden cuando con una patada le tiran el vaso.
En este pasaje se hizo un llamado a los varones para que no estén siempre detrás, sino que sean la guía de sus familias en todo y que no dejen a sus mujeres la carga del hogar y de los hijos.
En otro pasaje, la reflexión aludía a los sufrimientos de una sociedad carente de tantas cosas que son esenciales para una vida digna, como el acceso a un buen servicio de salud, a un buen empleo, entre muchas otras necesidades.
“Veo la cruz del niño enfermo, cuya familia no tiene dinero para atención médica ni medicamentos, y por eso está condenado a morir. Veo la cruz de la pobreza, de la familia cuyo papá, se emborracha todos los fines de semana, veo la cruz de jóvenes y adultos con falta de empleo”.
Por otra parte, también se habló duro contra quienes pudiendo hacer algo por sus hermanos, los abandonan por amar más al dinero que a su prójimo.
“Hay millonarios a quienes no les gusta compartir con quien lo necesita, en cambio hay obreros, campesinos, mujeres, niños y ancianos, explotados y con su trabajo de cada día hacen ricos a los más ricos y ellos se hacen cada vez más pobres. Cristo los llama a no dejarse seducir por el dinero y que este no sea su Dios, darle solo el lugar que se merece, pero nunca ponerlo como lo más importante de sus vidas”.
Así, una a una se recorrieron las estaciones del Vía Crucis hasta llegar a la crucifixión y sepultura, viernes santo 3 de la tarde, la hora en la que Jesús entregó su vida por la humanidad y parecía que todo había terminado ahí, pero no fue así.