Por Pablo Hiriart
Una misión imposible para Kamala Harris
La iniciativa de Joe Biden para solucionar la crisis en la frontera sur y atacar las causas de la migración en los países que la originan no tiene futuro.
MIAMI, Florida.- Desde el 24 de marzo Kamala Harris prácticamente no ha salido del John F. Kennedy Conference Room (el cuarto de guerra de la Casa Blanca), por el que desfilan los más altos funcionarios del Departamento de Estado, de inteligencia y seguridad nacional, con información sobre México y Centroamérica.
Joe Biden le encargó solucionar la crisis en la frontera sur y atacar las causas de la migración en los países que la originan.
¿Cómo cree el presidente Biden que va a resolver la crisis de México y la del Triángulo del Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras)?
“Kamala, aquí hay 4 mil millones de dólares y soluciona las causas por las que emigra la gente de esos cuatro países”.
Es una misión imposible que puede derrumbar las aspiraciones futuras de una gran mujer, la vicepresidenta negra, hija de india y jamaiquino.
Kamala Harris sólo podrá –y no es algo menor– acabar con la condición inhumana en que se encuentran los migrantes retenidos en la frontera con México y en la de México con Guatemala.
De ahí en adelante, nada.
Nada, porque las políticas internas de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, las fijan sus gobiernos.
Tan sólo el costo por no terminar el nuevo aeropuerto y destruirlo es (dando como ciertas las cifras del gobierno) de 6 mil millones de dólares. Es decir, 50 por ciento más de lo que Harris trae en la bolsa para los cuatro países juntos.
Los proyectos de infraestructura de México son incompatibles con la agenda verde de Biden.
¿O EU va a poner dinero para ayudar a construir una refinería de crudo que cuesta entre 8 y 12 mil millones de dólares?
En México hay rechazo a la inversión privada y brusca caída en inversión pública (ver columna de Enrique Quintana https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/enrique-quintana/2021/03/31/amlo-una-realidad-paralela/.
¿Qué causa de la migración va a resolver, así, Estados Unidos?
En Honduras el presidente es narco, señalan las agencias de este país. ¿Le van a dar dinero?
Orlando Hernández, presidente de Honduras, seguramente vendrá a Estados Unidos en enero próximo, al término de su mandato, y no será como huésped distinguido.
Vendrá en calidad de detenido, acusado por fiscales federales de recibir sobornos de grupos narcotraficantes.
¿Con ese personaje van a acometer tareas para que los hondureños no huyan de su país por causa de la violencia criminal?
El Salvador es gobernado por un autócrata, Nayib Bukele, que se hizo de todo el poder al controlar el Congreso y los departamentos en las elecciones del 28 de febrero.
Las ganó a fuerza de aplastar a sus contendientes con el peso de la presidencia.
Aplastaron, como lo explicó The New York Times el 3 de marzo, “los que hicieron campaña con la foto de Bukele y prometieron fidelidad a su líder. Para atraer el voto, el partido llenó el país de enormes espectaculares que sólo contenían un fondo celeste y una enorme N (de Nayib) blanca al medio. La N del todopoderoso”.
La democracia se esfuma de ese país y el poder se ejerce sin contrapesos.
Aquí en Miami se les ve gastar pacas de dólares a sus más altos funcionarios.
¿Les van a dar dinero, porque ellos van a resolver las causas profundas de la migración en El Salvador?
Por ese lado la iniciativa de Biden no tiene futuro porque carece de aliados en la región.
Kamala Harris puede dar un gran paso si rebaja las expectativas y se enfoca en cambiar lo que ocurre en las fronteras, porque es indigno.
Reporteros de AP que obtuvieron permiso para ver el campamento Apen Donna, en Texas, citados por The Washington Post, informaron que en “burbujas” de detención para 32 personas (con la distancia social que impone la pandemia) hay 516 menores encerrados.
En otras dos, con igual capacidad, hay 657 y 570 niños y adolescentes apretujados, respectivamente.
Ahí se hacinan 3 mil 400 menores junto a 700 familias de migrantes retenidos. Y es el centro de detención que les permitieron ver. ¿Cómo estarán los otros?
En el sur de México ya hemos visto las imágenes con detenidos, y las condiciones son iguales de degradantes.
El problema va a crecer: en marzo fueron detenidos 175 mil migrantes en la frontera sur de Estados Unidos, que es la cifra más alta en 15 años.
Kamala Harris –informó The Washington Post– recibe “un intensivo curso de aprendizaje. Funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado dijeron que le han estado informando, en la Sala de Situaciones, sobre México y temas regionales. Le han presentado memorándums diarios y celebrado prolongadas reuniones”.
Qué bueno que estudie el sur, pero no le vendría mal una dosis de pragmatismo. Con lo que hay, no va a llegar a ningún lado.
Con humanizar las fronteras se daría un buen avance, en el contexto de una situación extraordinaria: no hay políticas de desarrollo en los países del sur, y la crisis por la pandemia y la violencia expulsa a personas de su tierra.
Más le vale al gobierno de Biden construir albergues decentes para los detenidos, y darle dinero a México para que haga lo mismo en Chiapas.
Sí, apoyarlo con dinero, porque si bien México, por seguridad nacional, necesita una frontera sur bajo control, también es cierto que los retenidos –miles– no van a México ni quieren estar en México, sino que vienen a Estados Unidos.
Las expectativas que ha creado el gobierno de Biden en cuanto a una “solución integral” al tema de la migración ilícita son demasiado altas y, dadas las condiciones, incumplibles.
Aunque legalice a 11 millones de indocumentados que ya están aquí, estamos en la pendiente de un caos humanitario mayúsculo y Biden puede pasar a la historia, de manera injusta, como el presidente antiinmigrante.
El problema para encontrar soluciones de fondo estriba en que al sur de la frontera no tiene interlocutores para promover el desarrollo.
Kamala Harris lo va a comprobar pronto.
Albergues sí, siempre y cuando los pague Estados Unidos.
¿Atenuar las causas de la inmigración? Por ahora, es un sueño imposible.