Por Samuel Cepeda Tovar
El proceso de vacunación docente ha iniciado, en efecto, quienes nos dedicamos a esta noble profesión somos de los grupos privilegiados en México, pues hasta el momento el proceso de inmunización de adultos mayores no concluye, se encuentra en muchos lugares en la segunda etapa, en la segunda dosis, por lo que prácticamente somos de los primeros grupos en recibir el anhelado beneficio.
No obstante, no se trata de un proceso fortuito, ni tampoco espontáneo, pues se trata de una de las condiciones imprescindibles para el ya planeado retorno a clases presenciales; después de más de un año de que los alumnos abandonaran las clases presenciales y mudaran a la virtualidad derivado de la pandemia de coronavirus.
En medios de comunicación se menciona que dicha vacunación era un requisito por parte de los docentes para el retorno presencial; sin embargo, vale la pena preguntarnos si dicha inoculación es suficiente para el regreso a la normalidad académica, sobre todo cuando el gobierno federal ha establecido una fecha ya de retorno: entre el 18 de mayo y el 1 de junio. Desde luego que la respuesta es contundente: la vacuna por si sola no es condición determinante para el regreso a las actividades, y lo es por la simpe razón de que el ritual académico se compone de dos eslabones: alumnos y docentes, y los alumnos no están vacunados.
La vacuna no es de ninguna manera una cura, tampoco evitará contagios, simplemente que la persona vacunada no presentará síntomas graves ni requerirá hospitalización, pero los contagios serán tan comunes como un resfriado, y los alumnos pudieran contagiarse y llevar el virus a grupos que aún no se han vacunado o que simplemente no quisieron vacunarse con los posibles desenlaces fatídicos que ello implica.
Desde luego que el gobierno ha mencionado la existencia de grupos híbridos, es decir, alumnos que tomen clases presenciales ya sea por turnos o que el docente dicte clase presencial a algunos alumnos y a otros por medios virtuales, sin embargo este último esquema es bastante complicado, pues requiere que el docente esté al pendiente de dos dimensiones que dificultan su labor en un contexto de internet débil en las instituciones educativas, y en lo que respecta a alumnos tomando clases por turnos, retrasaría significativamente el desahogo de los contenidos temáticos en clase.
Por ello, el escenario es simple: o se regresa completamente a clases presenciales o permanecemos en la virtualidad. El hecho de que todos regresemos y que unos estemos vacunados y otros no pone en riesgo a otros grupos de manera indirecta, por ello, el mejor escenario es que todos estemos vacunados, alumnos, personal y docentes, así como el grueso de la población que requiera la vacuna, de otra forma el retorno generaría riesgos innecesarios, porque ni todas las medidas tomadas como el gel antibacterial, sanitización constate, toma de temperatura, uso de cubrebocas y caretas son suficientes para contener los contagios, la mejor medida es la inmunización anual producto de una vacuna para todos y hasta que esa condición esté dada, podemos hablar de un retorno seguro en donde aprendamos a convivir estacionalmente con un virus que llegó para quedarse y que entre sus tragedias nos ha dejado una generación educativamente perdida. Falta poco para salir de la crisis, y una mala decisión puede echar a perder esfuerzos colectivos que apenas empiezan a dar resultados positivos. Prudencia.