Por Rocío de Jesús
Por falta de agujas y diluyente, se canceló el registro para las vacunas a las personas de 50 a 59 años, quienes no fueron avisadas a tiempo y al llegar al gimnasio Milo Martínez, se enteraban por medio de un cartelón pegado en la puerta, ya que no había autoridades que les explicaran.
Alrededor de las 1 de la tarde, Claudia Garza del Toro y los servidores de la Nación, abandonaron el gimnasio Milo Martínez, luego de haber colocado dos cartelones en las puertas del recinto, avisando que se cancelaban las citas hasta nuevo aviso.
Ninguno de ellos se quedó para atender a la gente que continuó llegando, confiados en que el registro se llevaría a cabo de 8 de la mañana a 5 de la tarde, como lo ratificó la misma Subdelegada el pasado domingo, primer día de registro.
Trascendió que únicamente se alcanzaron a registrar a 7 mil personas, mismas que serán vacunadas tal como lo indica su cita, el día, hora y en el lugar señalado.
Mientras tanto el resto de la población de 50 a 59 años deberá esperar a que se abra el registro una vez más para poder obtener la cita y posteriormente su vacuna.
MOLESTIA ENTRE LOS ASISTENTES
Trasladarse con 38 grados de temperatura, no fue lo peor del caso, sino haber tenido que pedir permiso en el trabajo para salir a registrarse y no poder hacerlo.
Así le ocurrió a Olga Hernández, quien trabaja en Estancias y desde allá llegó en taxi, para percatarse que ya no había citas, perdió tiempo de su trabajo y la hora de comida, para regresar sin su registro.
Otro caso es el del señor Gilberto Mena, quien trabaja en AHMSA por medio de una compañía y tuvo que pedir permiso para ausentarse. “Cómo le hago, no me van a creer a la otra, está mal esto” expresaba con molestia el obrero, mientras tomaba una fotografía al cartelón.
También Mónica Ramírez, pidió tiempo en su trabajo para registrar a su mamá, quien por enfermedad tiene dificultades para caminar, y le molestó llegar y que las puertas estuvieran cerradas, pero sobre todo que no hubiera nadie que les diera una explicación.
Y así, solos, en pareja o en pequeños grupos, llegaba la gente para anotarse y se encontraban con la novedad y como esperando que alguien saliera del interior, permanecían por un rato al exterior del gimnasio, resguardados bajo la sombra de un toldo que si bien, protegía del sol, no lo hacía del aire que quemaba a esa hora del mediodía.