Tristeza y enorme consternación entre la comunidad de Garza García causó los fallecimientos de los jóvenes Enrique Boesch Camelo y Gonzalo Elizondo Álvarez-Tostado, sucedido el pasado viernes 23 de abril.
Enrique, quien es hijo de Enrique Boesch y Bárbara Camelo de Boesch, y Gonzalo, cuyos padres son Carlos Elizondo y Ana Teresa Álvarez-Tostado, serán recordados por su gran espíritu deportivo y religioso, ya que ambos eran reconocidos miembros del Club Faro Monterrey, además, desde pequeños, apoyaron a diferentes causas altruistas en beneficio de las personas más vulnerables.
Ellos también fueron estudiantes del Colegio Himalaya, y actualmente estudiaban sus respectivas carreras en el Tecnológico de Monterrey. Gonzalo estudiaba la Licenciatura en Administración Financiera y Enrique, Ingeniero Químico Administrador.
Además, su gran amor hacia sus amistades y familiares, su alegría por la vida, su entusiasmo y generosidad son algunos de los valores por los que serán recordados siempre.
Enrique es hermano de Darío, Gabriel y Gonzalo Boesch Camelo, mientras que Carlos y Yeyi Elizondo Álvarez-Tostado, lo son de Gonzalo.
Los jóvenes fallecieron el pasado 23 de abril en un accidente automovilístico sucedido en la carretera Saltillo-Monclova, cuando se dirigían a Cuatro Ciénegas, Coahuila.
También falleció José Miguel Rocha Carrillo, elemento de seguridad que custodiaba a los jóvenes.
El amor y la amistad que profesaban y daban a sus familiares y amigos se reflejó durante las misas ofrecidas en su honor, a las cuales asistieron decenas de personas quienes ofrecieron sus condolencias a las familias Boesch Camelo y Elizondo Álvarez-Tostado.
Los familiares recuerdan su último adiós con tristeza, pues no fue fácil despedirse de dos jóvenes que aún contaban con mucha historia por vivir.
Para pedir por el eterno descanso de Gonzalo y Enrique se llevaron a cabo, por separado, algunas misas durante el 24, 25 y 26 de abril, se ofició una en honor de ambos, en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima.
Muchos de sus familiares y amigos acudieron a darles el último adiós en esta misa de cenizas presentes, en la que recordaron a los dos jóvenes que siempre se caracterizaron por gozar la vida al máximo y su enorme corazón.
En ellas, sacerdotes que fueron sus directores espirituales se encargaron de compartir palabras con los presentes, durante la homilía, y al finalizar la celebración eucarística.
«El dolor de dos directores espirituales parece desproporcionado, pero en realidad nos consume también a nosotros y yo creo que algo de locura nos mete en el corazón, porque ahora cada vez que celebro misa, en estos días, escucho su voz y me doy cuenta cuando hago una tarugada en la misa, estoy escuchando la voz de Gonzalo que me dice: ¡hay Padre!, o cuando se me ocurre cantar el Aleluya, Quique Boesch burlándose de mi voz», comentó el Sacerdote.
«Qué bueno es Dios que nos consuela de muchas maneras, hasta con nuestras locuras».
Asimismo, al finalizar la misa, otro de los sacerdotes allegado a ambas familias fue quien agradeció en nombre de ellas, el que los hayan acompañado en estos difíciles momentos.
«Papás, mamás, jóvenes, amigos, durante estos días se han volcado con gestos de cariño, con abrazos, con lágrimas, con ese silencio que pocas veces tiene tanto significado como en estos momentos. Es unas gracias que implica también para nosotros una responsabilidad de seguir acompañándoles, en ese camino que recorremos todos juntos».
En esta Misa de Cenizas Presentes también se recordó y dio el último adiós a José Miguel Rocha Carrillo, quien también falleció en el accidente.
Los tres recibieron flores blancas por parte de los amigos de Gonzalo y Enrique, quienes al finalizar la misa las colocaron en floreros ubicados a un lado de sus cenizas. Además, todos fueron despedidos con un fuerte aplauso.