La muerte de Benito Pablo Juárez García, Benemérito de las Américas se vio envuelta en el misterio, pero quienes decían ser sus aliados, vieron el acontecimiento como la grandiosa oportunidad para terminar con su mandado, al que se negaba a dejar con supuestos fraudes electorales. Era necesario eliminarlo y que pareciera una tragedia nacional.
Muchos mitos giran en su entorno, y entre los más sonados se encuentra la venganza de una mujer, quien planeó la muerte del Presidente sin generar sospechas entre sus allegados y principalmente de su víctima.
La historia oficial no menciona a Leonarda Emilia apodada la “Carambada», pero aficionados al complot aseguran que fue la asesina del hombre más importante en el México de la época.
Leonarda Emilia era una de las damas de compañía de la emperatriz Carlota Amelia de Habsburgo, quien al vivir rodeada de la aristocracia, conoció a José Joaquín uno de los lugartenientes del emperador Maximiliano, de quien terminó por enamorarse.
Tras el sitio de Querétaro, la “Carambada” se presentó ante el Gobernador del Estado para suplicar por el perdón de su amado, señalando que el presidente Juárez había ordenado el fusilamiento de todos los simpatizantes del Imperio, incluyendo el amado de la mujer.
Desde ese momento, planeó la muerte del hombre más importante de México, pero era necesario codearse con la alta alcurnia para acercarse a Benito Juárez y buscar la forma de que su muerte pareciera por causas naturales.
Una hierbera aconsejó a Leonarda Emilia preparar un brebaje con la planta conocida como la ventiunilla, la cual genera un malestar en la víctima y finalmente fallece a los 21 días de haber consumido el veneno.
Todo estaba preparado pero faltaba lo más importante, acercarse al Presidente.
Por semanas se acercó al entonces diputado federal Guillermo Prieto, quien fascinado por su belleza hacía que lo acompañara a importantes eventos.
El 27 de Junio de 1872, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Sebastián Lerdo de Tejada, preparó un banquete en su casa, en donde uno de los invitados especiales sería el Presidente de la República y por supuesto altos funcionarios entre los que se encontraba Guillermo Prieto.
La oportunidad era única y Leonarda Emilia no podía desaprovecharla y usando sus encantos, no tardó en convencer al poeta y político mexicano para que la llevara a la recepción.
Juárez se paseaba por los alrededores mientras saludaba a los invitados, cargando una copa que contenía vino francés del que daba pequeños sorbos. La copa era observada por la “Carambada”, quien pensaba la forma de colocar las gotas de la ventiunilla en la bebida, cuando sus ojos brillaron al ver que el Presidente la dejaba en la mesa mientras saludaba a un grupo de damas.
Sigilosamente se acercó y mirando alrededor, colocó varias gotas en la bebida para después buscar una excusa para salir de la fiesta, sin percatarse de que había sido observada por el anfitrión, Sebastián Lerdo de Tejada, quien permaneció en silencio pues sabía que en caso de fallecer Juárez, él sería nombrado presidente de México.
Como su nombre lo dice, a los 21 días, el 18 de julio de 1872 se dio la noticia de la muerte de Benito Juárez en Palacio Nacional. Las causas: Infarto al miocardio tras sufrir angina de pecho.
Sebastián Lerdo de Tejada ocupó su lugar y con un disparo de cañón anunció la muerte del Benemérito, encabezando las ceremonias lúgubres para después tomar la oficina presidencial y girar una orden secreta a su estado mayor. Capturar y asesinar a Leonarda Emilia la “Carambada”.
Fue en el estado de Querétaro, lugar donde nació su odio contra Benito Juárez en donde fue perseguida por las autoridades, quienes la consideraban una bandolera.
En una de sus fugas, recibió cinco disparos que la dejaron mal herida, siendo llevada a un hospital en donde fue desahuciada, acudiendo un sacerdote para confesarla.
Debido al rencor que sentía la iglesia católica contra Juárez, el clérigo dio a conocer las palabras que la mujer le había confesado en secreto: Ella había envenenado a Juárez.
Pero fue Lerdo de Tejada, sucesor de Juárez, quien se negó a dar inicio a una investigación y de esa manera sepultar al hombre y nacer una leyenda.