
Por Pablo Hiriart
Biden debe vacunar a toda América Latina
Argentina, Ecuador, Colombia, El Salvador, Guatemala Honduras, Bolivia, Paraguay, Perú y Venezuela, definitivamente no pintan registro en la vacunación completa
MIAMI, Florida.- Estamos muy, pero muy lejos de la vuelta a la normalidad y dejar atrás la pandemia, y América Latina se encuentra en la peor situación.
Hasta ahora se han aplicado mil 500 millones de dosis en el mundo, lo que nos dice que el promedio está por debajo de 10 por ciento de la población inmunizada con las dos inyecciones.
Lo peor se vive en América Latina.
En la estadística que lleva la American Society/Council of the Americas, sólo Chile y Uruguay están por encima de la media mundial de vacunación completa, con 40 y 27 por ciento, respectivamente.
Argentina, Ecuador, Colombia, El Salvador, Guatemala Honduras, Bolivia, Paraguay, Perú y Venezuela, definitivamente no pintan registro en la vacunación completa.
Los dos gigantes del subcontinente, Brasil y México, sólo tienen completamente vacunada al 8 por ciento de su población.
Faltan vacunas en el mundo. Las dosis producidas son mil 700 millones, y los expertos coinciden en que se necesitan, cuando menos, 11 mil millones de dosis para alcanzar la inmunidad colectiva y volver a la normalidad.
Eso si bien nos va, porque no se descarta la necesidad de una tercera dosis a raíz de la expansión de nuevas variantes.
Frente a nosotros hay un escenario catastrófico, con rebrotes estilo India, en países que no manejaron adecuadamente la pandemia, por ignorancia o falta de recursos.
Y por un hecho concreto: no hay producción suficiente.
Gobiernos que tuvieron alta responsabilidad en la propagación del virus no han volcado sus reservas en financiar a todos los laboratorios del mundo con capacidad de producir vacunas.
Otros, y no necesariamente los más subdesarrollados, apostaron a fetiches para prevenir el Covid-19, no invirtieron recursos adicionales en salud pública y se pelearon con las farmacéuticas cuando era momento de apoyar.
Muy pocos gobiernos saldrán bien librados cuando se haga la autopsia para dilucidar por qué murió tanta gente por esta pandemia.
Las consecuencias de la tardanza en llegar a la normalidad no serán sólo en vidas humanas, hoy tan poco apreciadas. La Cámara de Comercio Internacional encargó un minucioso estudio sobre el impacto que tendrá el lento avance de la vacunación, y entre otros datos valiosos apunta el siguiente: la economía mundial puede perder este año hasta 9 billones 200 mil millones de dólares si no se garantiza el acceso a las vacunas a los países con menos recursos.
Aumentarán el hambre y la pobreza, al tiempo que descenderá la esperanza de vida promedio en el planeta.
Las revueltas y la inestabilidad política ya comenzaron. Ahí está Colombia, mal gobernada por un presidente insensible, y el caos la puede convertir en otra Venezuela. Con o sin el ingrediente ideológico, los colombianos van a empezar a emigrar.
Y así el resto de América Latina. Sin vacunas, lo que sigue es caos. El Covid-19 se va a volver a disparar. ¿Dónde van a ir los que emigren por la falta de ingresos y de horizonte? No a Venezuela ni a Cuba. Vendrán a Estados Unidos.
Biden lo ha entendido, aunque en un plano tan ambicioso como incumplible: quiere vacunar al mundo.
Sus dichos son correctos: “Ningún océano es suficientemente ancho, ningún muro es lo suficientemente alto para mantenernos a salvo (de la pandemia)”.
Y: “Así como en la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos fue el arsenal de la democracia, en la batalla contra el Covid-19 nuestra nación será el arsenal de vacunas para el resto del mundo”.
Aplauso de pie, pero la realidad dice otra cosa: en junio Estados Unidos enviará “al resto del mundo” 20 millones de dosis, y cuando aquí se apruebe el uso de la vacuna AstraZeneca, se mandarán 60 millones de dosis adicionales.
En total, 80 millones de dosis, y se necesitan 11 mil millones para lograr la inmunidad global y volver a la normalidad.
Por seguridad nacional, tiene que empezar por América Latina, Cuba y Venezuela incluidas. No importa que lo critiquen por hacerle el trabajo a populistas y supersticiosos. Los ciudadanos de esos países se lo van a agradecer. Y atenuará, en parte, el tamaño de la ola migratoria que comienza a formarse.
Claro, primero necesita vacunar al 70 por ciento de los estadounidenses. Va en 50, con sus dosis completas. Pero el 20 por ciento restante no va a ser difícil, sino lo que sigue de difícil. Y no por falta de vacunas. La rechazan porque sus creencias rayan en la locura.