
Por Vianey Esquinca
Elecciones tortuosas
Finalmente, ¡aleluya, aleluya! se acaban las campañas. Aunque el último día para tener actividades políticas es el próximo miércoles, muchos candidatos y candidatas aprovecharán este domingo para hacer sus eventos de cierre, dejando la siguiente semana para preparar la jornada electoral.
Estas elecciones, tortuosas y complicadas, se han caracterizado por: 1. La violencia. Los números más actuales hablan de 35 candidatos asesinados y un número altísimo de ataques y atentados. El plan en el que, supuestamente, se les brindaría protección a los candidatos por parte del gobierno federal fracasó, porque inició tarde, porque no hubo una coordinación con los estados y, además, no fue prioridad del presidente Andrés Manuel López Obrador. Tanto así que, cuando se le cuestionó en su mañanera sobre esta escalada violenta, él lo minimizó atacando (¡sorpresa, sorpresa!) a los medios por difundir lo que a su juicio es nota roja. Con esta actitud, ¿cómo iban a tomar la violencia en serio?
- La intervención del Presidente. Como suele suceder con los hijos que critican a sus padres para al final transformarse en sus copias, sólo que más jóvenes, López Obrador se convirtió en lo que más criticaba y aborrecía: un mandatario entrometido que busca mover la balanza a favor de su partido. El mandatario metió su cuchara hasta límites delincuenciales, violando la Constitución y las leyes electorales. Lo peor es que no va a cambiar y tampoco va a pasar nada. La impunidad se convertirá en su mejor aliada.
- La caballada anoréxica. Muchos de los abanderados generaron lástima y pena.
En muchísimos casos, los partidos políticos no escogieron a los mejores, sino a quienes pudieron o podrían traerles votos. La superficialidad de las campañas, la ignorancia de las y los abanderados y las historias de terror detrás de ellos, fueron el sello de este proceso electoral. - Árbitros desiguales y abucheados. Mientras que el INE se convirtió en el punching bag del Presidente y los morenistas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación fue el blanco de críticas por parte de la opinión pública. La incansable misión de José Luis Vargas por defender los intereses de Morena se llevó al traste la imagen del máximo órgano electoral. Aunque en últimas fechas se logró, aparentemente, detener a Vargas y tomar decisiones más apegadas a derecho y menos políticas, siempre está el peligro de querer quedar bien con Palacio Nacional y no con la democracia.
- La judicialización de las campañas. Vaya que van a tener trabajo el INE, el TEPJF y la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (Fepade), pues las acusaciones que han recibido hasta el momento por violentar la ley electoral no será nada comparado con lo que viene después del 6 de junio. Muchos candidatos van a querer arrebatar lo que no obtuvieron en urnas. Incluso, el líder nacional de Morena, Mario Delgado señaló irresponsablemente que la oposición se había aliado con algunos consejeros del INE para hacer fraude. Seguramente no aceptarán los resultados cuando no les convenga y pelearán como gato panza arriba triunfos inexistentes.
El próximo domingo se llevarán a cabo las elecciones más grandes de la historia, no sólo por el número de cargos de elección popular a elegir, sino también porque se define el futuro inmediato del país. Darle mayoría absoluta a Morena significará darle por tres años más todo el poder al Presidente para hacer y deshacer. Si la gente está feliz con lo que hay y se han cumplido sus sueños y expectativas, volverá a votar por el partido guinda y si no, lo hará por la oposición. Así de simple. La democracia es respetar la voluntad popular sin regateos ni engaños.