
Amado Luna Cervantes, recorre diariamente 30 kilómetros ofertando sus productos; el oriundo de la colonia Occidental y tiene ya 15 años recorriendo en bicicleta la mayor parte de Frontera y Monclova.
Al filo de las 3 de la tarde, don Amado sale de su casa en la calle Oaxaca, al sur de la colonia Occidental, lo hace abordo de su bicicleta, la cual está adecuada para cargar con las cajas donde lleva sus productos.
Desde hace 15 años, Amado comenzó a trabajar de manera independiente, lo hizo cuando notó que el sueldo que percibía laborando en una empresa, no era suficiente para sacar adelante a su familia.
“Yo tenía mi trabajo, era empleado, sinceramente no completaba, entre semana pedía prestado, se llegaba el día de pago y ya debía un porcentaje de mi sueldo” dijo.
Comentó que, en un inicio, vendía algodones de azúcar, era trabajador, pero su patrona repartía la mitad de las ventas, esto era el sueldo que el recibía por la venta diaria.
“Yo llegaba a los salones de fiestas cuando había eventos, ahí me ponía, no me metía al salón, buscaba un lugar donde estuviera visible a los niños, ya ves como son, compra un niño y los demás también quieren, esa era mi estrategia de venta, siempre soy respetuoso y trato de no incomodar en los lugares a donde voy a vender” comentó.
Pasó el tiempo y en una plática con los suegros de su hijo David, don Amado propuso hacer empanadas para vender, comenzando el negocio gracias a los consejos de los suegros de su hijo, ahora es un negocio familiar en que están involucrados su hijo y su nuera.
A don Amado, se le puede ver a bordo de su bicicleta, recorriendo gran parte de ciudad Frontera y Monclova, ofertando desde empanadas de piña y cajeta, así como pastel de choco flan, conitos de leche y diversos productos que alegran el paladar la ciudadanía.
Desde las 3 de la tarde hasta las 3 de la mañana, don Amado recorre varios puntos de la ciudad buscando vender sus productos a las personas que acuden a bares, restaurante o a cargar gasolina en una estación de servicio que se ubica en el Bulevar Pape y Bulevar Juárez.
“Fíjese, durante la pandemia se puso difícil, yo estaba en la gasolinera porque no había bares o restaurantes abiertos, gracias a Dios ahí vendía bien, además había gente que me apoyaba con alguna despensa, siempre les estaré agradecido” finalizó.