
Por Carolina Salomón
Hace una semana José Ángel Ortega Pérez de 21 años de edad fue internado en el Centro de Salud Mental (CESAME) del municipio de Saltillo, después de haber intentado asesinar a su propia madre y sus hermanos porque padece esquizofrenia.
La familia sufrió un año y medio por los ataques del joven quien decía que escuchaba voces de gente que le decía que los matara a todos, llegó a abrir las llaves del tanque de gas, quemar la sala, tomar cuchillos, darles alimentos envenenados y salir a la calle sin ropa gritando que estaba embarazado.
Ya no solo sufría José por su padecimiento ahora toda su familia vivía con miedo y tristeza y al no haber recibido apoyo en el IMSS para conocer su diagnóstico tuvieron que medicarlo y encerrarlo en un cuarto de su casa pero hubo ocasiones en que se escapaba para agredir a sus vecinos.
Alicia Llanas, es su madrastra y cuenta que toda la familia está haciendo lo posible para que reciba un tratamiento pero resulta muy costoso pues en esta primera semana que lleva internado en un psiquiátrico se han gastado más de 8 mil pesos.
Para el próximo lunes el paciente debe tener sus medicamentos si no eso le afectaría su salud y volvería a descontrolarse.
Recordó que llegó un momento en que la mamá de José ya no le dio más medicamentos para ver como reaccionaba, sin embargo, esto solo generó que en cuestión de segundos tomara un cuchillo y la intentara asesinar.
El hecho ocurrió antes del 26 de mayo y tuvo que llegar la policía al domicilio y otros familiares para evitar que pasara una tragedia.
El enfermo tuvo que ser llevado a los separos de Seguridad Pública y mientras permanecía encerrado su madrastra buscó ayuda en el DIF donde le informaron de una clínica de Saltillo donde atendían enfermos mentales en donde fue llevado el pasado 26 de mayo.
Se cumplió una semana que José está internado y la tranquilidad volvió al hogar de su familia pero el tratamiento es excesivamente costoso.
Los recursos ya se les han agotado y han tenido que pedir ayuda económica o en medicamento a la población en general.
Los fármacos que requieren cada semana el paciente son la olanzepina de 10 miligramos que tiene un costo de 2 mil 725 pesos y la fluoxetina de 20 miligramos que cuesta 742 pesos.
ERA UN JOVEN NORMAL
José Ángel Ortega Pérez, era una persona normal que fue a la primaria, secundaria y preparatoria, llevaba una vida como cualquier otro joven, tenía novia, se divertía, trabajaba y estudiaba.
“De la noche a la mañana empezó haciendo caras y tenía algunos tic en el cuerpo pensábamos que lo hacía jugando porque era muy bromista”, contó Alicia.
“Luego comenzó agarrarse la oreja y como que hablaba con alguien y nosotros decíamos que qué tenía y él decía que escuchaba gente que venía a matarnos, ahí nos empezamos asustar y a la vez pensábamos que estaba jugando pero pasaron los días y fue cambiando, se volvió agresivo, comía diferente, no hablaba igual, actuaba de otra manera intentando atacar a las personas”, relató.
Pasaron los meses y su mamá y papá lo cuidaban pero lo dejaban solo en casa porque tenían que trabajar y se dieron cuenta que José se estaba poniendo mal, que su salud cada vez estaba empeorando.
“Así estuvo un año José, encerrado pero ya veía pasar a alguien y quería atacarlos, hablaba solo y por miedo y vergüenza su familia se enfocó en tenerlo en casa pero llegaban y había escapado, había prendido la sala y se salía encuerado por la calle gritando que estaba embarazado, ahí ya se dieron cuenta que José no era una persona normal y que no era un juego su situación”, dijo.
Su padre José Ramón Ortega Correa decidió llevarlo al Seguro Social pero ahí tenían que hacer trámite tras trámite, el proceso se hizo muy largo y nunca le dieron una solución.
“A José nunca le brindaron ayuda en el IMSS, entonces regresó a la casa y ahí se mantuvo y lo que hizo la mamá es comprar unas pastillas para tenerlo controlado pero nadie le dio autorización de darle ese fármaco pero al ver que ya no podía con el joven optó por comprarle medicamentos que desconocemos si le hicieron bien o un daño pero el muchacho empezó a cambiar y se quedaba sentado hablando solo”, comentó su madrastra.
La última vez que el joven estuvo en su casa hizo una sopa y le echó un kilo de harina y cloro, evidentemente ya representaba un riesgo que se quedara solo en casa.
La mujer relata que José tenía una fuerza brutal, cuando quiso matar a su mamá ni los policías, ni el padre y hermanos podían con él.
UN MES ESTARÁ INTERNADO
El joven tuvo que ser sedado para ser trasladado al CESAME, aunque en el camino quería atacar a cualquier persona que se ponía enfrente.
Ya llegando al hospital, días después la familia obtuvo el diagnóstico, José padecía esquizofrenia una enfermedad incurable pero que se puede controlar.
“Lo están calmando para entregárnoslo bien pero de nosotros depende que José siga tomando el medicamento, con los cuidados que recibe porque si se nos pasa el medicamento a la hora que es José va querer matar y hablar solo”, destacó.
Los resultados médicos arrojaron que perdió la noción porque no atendieron a tiempo su enfermedad.