El chofer Hipólito Méndez llegó a Chalco a las cuatro de la mañana. Había salido a las 21:00 horas de Boulevard Puerto Aéreo, pero la lluvia, que mojaba el asfalto desde horas atrás, colapsó el drenaje en Acatitla y formó una laguna de aguas negras que lo dejó varado por horas en un estacionamiento intransitable.
Una tormenta, el pasado 12 de mayo, tomó por sorpresa a capitalinos y a mexiquenses, quienes en 15 minutos vieron al agua alcanzar el metro y medio de profundidad.
«Me quedé ahí por Guelatao y ya no avanzamos. Ahí nos quedamos hasta que bajó, ya en la madrugada. Hay unos pasajeros que sí se quedaron, pero hay otros que se avientan a caminar. Yo quisiera irme también para la casa, pero, ¿cómo?», dijo Méndez, quien lleva 12 años como conductor de la Ruta 98.
Cada año, las personas que recorren Calzada Ignacio Zaragoza para llegar a sus hogares viven con miedo a la temporada de lluvias, saben que inevitablemente habrá inundaciones que podrían convertir su hora y media de recorrido en hasta siete horas. Pero el temor se transforma en resignación y cada día es un juego de azar para los habitantes del oriente de la Capital.
«Ya estamos acostumbrados, ya sabemos que es en esta zona de Guelatao y de Acatitla donde se inunda, ¡pero tremendo!, y es cada año, cada año. Así siempre ha sido, aquí andamos y no hay de otra», contó el chofer.
La historia de las inundaciones en la Ciudad no es nueva, se remonta, al menos, a tiempos prehispánicos, cuando, bajo el reinado de Moctezuma Ilhuicamina, Tenochtitlán enfrentó una de las más severas.
En aquel momento, la contingencia obligó a la construcción de un dique de 16 kilómetros de largo que partía desde el norte de Atzacoalco hasta Iztapalapa, de acuerdo con el arqueólogo Raúl Ávila López, fallecido en 2016.
Las inundaciones en el oriente de la Ciudad, especialmente en Iztapalapa, se deben a la intensidad y duración de la lluvia, la falta de mantenimiento y de capacidad del drenaje, así como al vertido de desechos sólidos en la vía pública, aseguran los geógrafos Mónica Vera y Jorge López.
De acuerdo con los especialistas, el terreno de Iztapalapa está constituido principalmente por suelo plano en terreno lacustre y el resto corresponde a elevaciones volcánicas constituidas por rocas basálticas.
Los lugares más afectados por las inundaciones, y donde se presentan mayores hundimientos, son aquellos localizados en las zonas de transición, ubicadas entre el suelo lacustre arcilloso y el de depósitos volcánicos, explican Vera y López.
Ésta es, según los especialistas, una de las principales razones de las inundaciones en el oriente de Zaragoza, en la zona de transición del Peñón Viejo, montaña compuesta por material volcánico que, a su vez, propició la aparición de ahora extintos manantiales a su alrededor, lo que afectó el hundimiento diferencial del terreno sobre el que está construida la Calzada y zonas como la Colonia Santa Martha.
‘El miedo es para todos’
Detrás de las rejas de su tienda, protegida con una placa de metal sellada con bolsas para evitar el paso del agua, Vanesa comentó que durante los 40 años que lleva viviendo en Santa Martha, la casa de su madre se inunda todo el tiempo.
«Mi mamá tuvo que hacer su casa con un cuarto vacío (en la planta baja) y, todo hacia arriba, porque se inundaba. En una ocasión, yo tuve que entrar a sacar a los perros de mi hermana y el agua me daba aquí (al pecho) y yo mido 1.70», contó.
La laguna que se forma a las afueras de su casa detiene el tránsito de la Calzada y provoca que la gente cruce, incluso, por los muros de la Línea A del Metro. A la mujer ya no le impresiona este desfile.
«El miedo es para todos, no solo para los que habitamos aquí, a los vecinos de Santa Martha, a los vecinos del Salado, nos afecta absolutamente a todos en general: a los que van pasando, al transporte, a los que viven en Ixtapaluca, a los que viven en Chalco. A todos, absolutamente a todos», dijo.
A unos pasos del Distribuidor Vial La Concordia, los muebleros apilan sillones y exhiben sobre las banquetas recámaras y alacenas que deben de quitar con la menor brisa, para evitar pérdidas.
«Cuando llegan las inundaciones pues la verdad uno pierde, prácticamente, toda su mercancía porque todo se mete, llega a metro y medio», dijo el vendedor Francisco Campos.
Con la tormenta del 12 de mayo, Campos no tuvo tiempo de huir y se quedó en el local hasta las 22:00 horas, cuando el agua ya había bajado a una profundidad de aproximadamente un metro.
El 29 de abril, el Gobierno de la Ciudad de México puso en marcha el Operativo de Lluvias 2021 para la reducción de riesgos, en una acción conjunta del Sacmex, el Cuerpo de Bomberos, la SSC y Protección Civil.
En la conferencia de aquel día, el Sacmex informó que se llevaba a cabo la limpieza de 3 mil 955 kilómetros de conductos y tuberías, así como el desazolve de la red de drenaje.
Sin embargo, en un recorrido por la zona de Santa Martha y Acatitla, REFORMA constató que coladeras ubicadas sobre Zaragoza se encontraban tapadas, llenas de basura y con el agua casi a nivel del suelo.
«Aquí está la coladera tapada desde hace como un mes y vinieron a destaparla como hace tres semanas, pero al día siguiente se volvió a tapar», refirió Tania Selene, una comerciante de la zona.
Guadalupe Hernández viaja a diario desde hace 5 años de Chalco a Polanco. Hasta antes del desplome de la Línea 12, el recorrido por Tláhuac le tomaba dos horas, ahora llega a tardar una hora más, con lo que pierde seis horas al día en el transporte público.
«La verdad es que, sobre todo cuando llueve, me hago una hora sólo para pasar este cachito: de aquí, de Aeropuerto, hasta el Viaducto», contó.
La temporada de lluvias ya no le aterra, aun cuando se ha quedado varada a mitad de la autopista porque el transporte ya no pudo avanzar más.
«Como que ya te acostumbras a las lluvias, digo, no te puedes acostumbrar del todo, pero si lo llevas en la mente y ya vienes preparado para el tráfico», puntualizó.