Intelectuales y miembros de la sociedad civil de Haití criticaron rápidamente el llamado de funcionarios del Gobierno para que Estados Unidos enviara tropas al país, luego del asesinato del Presidente Jovenel Moise a manos de un comando de extranjeros.
Los críticos citaron intervenciones anteriores de potencias extranjeras y organizaciones internacionales que desestabilizaron aún más a Haití y dejaron un rastro de abusos.
«No queremos tropas estadounidenses en suelo de Haití», dijo Monique Clesca, una activista haitiana a favor de la democracia y ex funcionaria de Naciones Unidas, en una publicación el viernes en Twitter. «El Primer Ministro de facto, Claude Joseph, no tiene ninguna legitimidad para hacer tal solicitud en nuestro nombre. No no no».
Muchos en Haití habían argumentado que el Presidente Jovenel Moise ya no estaba legítimamente en el cargo en el momento de su asesinato esta semana. Joseph, quien dijo que estaría a cargo del país después del asesinato de Moise, también ha enfrentado críticas generalizadas después de tomar el control.
Sin embargo, a pesar de la repentina incertidumbre provocada por el magnicidio, algunos residentes e intelectuales argumentan que las muchas preguntas planteadas por su asesinato les brindan una oportunidad largamente esperada para reformar las instituciones de Haití.
«Nunca tenemos la oportunidad de descubrir las reglas del juego nosotros mismos», dijo Melodie Cerin, residente de Puerto Príncipe y coeditora de Woy Magazine, una publicación en línea. «Eso es lo que más frustra a los haitianos. Nos dejan de lado cada vez que intentamos dar un paso al frente».
Un alto funcionario del Gobierno de Biden dijo el viernes que no había planes para brindar asistencia militar estadounidense e, independientemente, los haitianos argumentan que necesitan encontrar una solución a la inestabilidad del país por su cuenta.
Las operaciones de potencias externas como Estados Unidos y de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas a menudo se han sumado a la inestabilidad, señalan desde el país caribeño.
«La solución a la crisis debe ser haitiana», dijo André Michel, abogado de derechos humanos y líder de la oposición, y pidió un debate institucional más amplio que reuniera a políticos y a la sociedad civil de Haití.
Muchos también han argumentado que una intervención extranjera simplemente no serviría.
«Es como volver con una caja de herramientas, pero la caja contiene las herramientas equivocadas», dijo Clesca en una entrevista telefónica. «Lo que debe estar en la caja de herramientas son las voces de Haití».
Algunas críticas se han centrado en el legado polémico de una misión de paz de la ONU, que intervino en Haití entre 2004 y 2007. Los agentes de la paz llevaron cólera al país y se han documentado numerosos casos de violación y abuso sexual, en particular de niñas, algunas de 11 años.
«Esto es indignante», dijo esta semana Marlène Daut, profesora de estudios de la diáspora estadounidense y africana en la Universidad de Virginia, en respuesta a un editorial del Washington Post que pedía una nueva fuerza internacional de mantenimiento de la paz en Haití. El editorial describió que la anterior misión de mantenimiento de la paz de la ONU había traído «un mínimo de estabilidad».
Clesca, por su parte, dijo que la ONU tiene una terrible reputación en Haití. «Hay que ser coherente, el apodo de las Naciones Unidas es ‘cólera’ o ‘bebés Minustah'», dijo Clesca, en referencia al acrónimo francés de la operación para la paz en Haití.
Otros han rechazado la intervención estadounidense por el eco del pasado.
«La última ocupación estadounidense fue precedida por el asesinato de otro Presidente haitiano, bajo el pretexto de querer restaurar el orden, similar a lo que está sucediendo ahora», escribió la revista Woy en un boletín de esta semana, aludiendo al asesinato de Jean Vilbrun Guillaume Sam en 1915. Luego, Estados Unidos ocupó Haití hasta 1934.
«Lo que siguió», escribió Valérie Jean-Charles, de la revista Woy Magazine, «fueron años de debilitamiento de las instituciones haitianas y los asesinatos sin sentido de muchos haitianos».