
Por Fabiola Sánchez
14 mujeres fueron amenazadas, torturadas, privadas de su libertad y violadas por elementos del Ejército Mexicano, quienes irrumpieron la tranquilidad en los salones “El Pérsico y Las Playitas” en la zona de tolerancia de Castaños; hechos ocurridos el 11 de julio del año 2006.
Las víctimas de esta indignante tragedia, a 15 años de lo sucedido, aún recuerdan con tristeza y coraje esa noche de terror en la que se convirtió lo que para ellos era su fuente de empleo, y para los asistentes una zona de diversión.
Mujeres violadas, empleados, testigos de los hechos y la asesora jurídica del caso, narraron para LA PRENSA DE COAHUILA lo que sucedió la noche del martes 11 de julio del 2006 en el interior de ambos salones de la zona roja.
TESTIMONIO DE VÍCTIMAS Y TESTIGOS
“Paola”, quien tenía ya un año laborando en el salón Pérsico como bailarina, fue la primera víctima, y en exclusiva narró esos aterradores hechos que vivió junto a sus compañeras, empleados del lugar y asistentes de esa noche.
Mencionó que la violencia fue tal, que fue como si demonios la hubieran violado, solo que estos tenían casco y metralleta.
“Aparentemente era una noche normal y marcaba a que fuera un día tranquilo, mis compañeras y yo estábamos sentadas en una banca donde los clientes llegaban y nos sacaban a bailar, en eso entraron unos hombres y uno de ellos se dirigió conmigo y me invito a bailar… yo accedí”.
Mencionó que desde que la tomó de su mano, ella se pudo percatar que el hombre tenía un radio de frecuencia y, además en su cuello, una cadena con una placa, lo cual permitió identificar que el sujeto era policía o de alguna corporación de seguridad.
“Bailamos varias canciones, pero el hombre estaba muy alcoholizado y olía mucho a marihuana, los otros que lo acompañaban bailaban con algunas otras chicas y cada rato se le acercaban a hablar con él, lo nombran ‘Richar’, de lo borracho que estaba le pedí que dejáramos de bailar”.
Con voz quebrantada “Paola” dijo que desde ese momento se resistió a no continuar bailando con “Richar”; él con palabras altisonantes le decía que ella tenía que hacer lo que él le ordenara, pues era un cliente y ella tenía que acatar su indicación.
“Me senté por un momento, pero volvió nuevamente y me obligó a seguir bailando con él, después de un rato, me pido ir a los cuartos traseros, yo le dije que no era sexoservidora, él me comenzó a jalonear y me metió a una de las habitaciones”.
Señaló que en ese momento comenzó a sentir terror y sabía el riesgo que corría si se seguía resistiendo: “Entré al cuarto, pero él no fue el único hombre en entrar conmigo, pues otros dos sujetos llegaron y entre los tres comenzaron hacerme tocamientos”.
Expuso que en ese momento no pasó de agresión verbal y tocamientos obscenos, minutos después salieron del cuarto y permitieron que “Paola”, regresara a la banca junto a sus compañeras, quienes no sabían lo que en el interior había pasado.
“Cuando regresamos al salón, recuerdo que vi que los guardias tenían detenido a unos de los acompañantes de Richar y él se acercó a ellos y no sé qué les diría, y lo guardias soltaron a los detenidos y les pidieron se retiraran del lugar”.
Dijo que en ese momento sintió tranquilidad, pues aseguraba que la pesadilla había terminado, sin imaginar lo que pasaría después.
Un guardia del lugar, relató que efectivamente al igual que esta chica, imaginó que por ser día martes, sería una noche tranquila y normal para él como encargado de seguridad y para las mujeres que ahí laboraban.
“Abríamos desde las 6 de la tarde, ese día llegó un cliente temprano, después se retiró y hasta más tarde llegaron 8 hombres aproximadamente, ellos parecían ser clientes normales, vestidos de civiles y su ambiente, ellos bailaban con las muchachas y tomaban cerveza en la barra”.
Argumentó que ya después de muchas botellas de alcohol que estos hombres ingirieron, más clientes llegaron hasta el salón Pérsico, mismos que fueron molestados por los primeros 8 sujetos que habían llegado primero.
“Cuando vimos que los clientes que llegaban eran molestados por los primeros hombres que llegaron, nos acercamos a ellos y les pedimos se retiraran del lugar para evitar un conflicto mayor, ellos se pusieron más agresivos y nos comenzaron a gritar”.
“Detuvimos a dos de ellos, pero de rato se acercó uno más y se identificó como militar y pidió la atención, ante esto accedimos y los liberamos, pero ellos siempre agresivos nos amenazaron en regresar y hacer un desastre”.
Dijo que, al ser una amenaza verbal, no le tomaron importancia y la noche de diversión continuó, sin embargo, horas después vieron entrar un Hummer militar que se dirigió primero al salón “Las Playitas”.
En Las Playitas, “Brisa”, una mujer de apenas 24 años de edad, con gran entusiasmo acudió en su primer día de trabajo a este salón, donde junto a dos compañeras más fueron las primeras en recibir agresiones verbales y tocamientos obscenos por los castrenses.
-Brisa: “Cuando los militares llegaron al salón, dijeron que iban en busca de hondureños que cargaban droga y aseguraban se habían metido a este lugar, a nosotras las mujeres nos comenzaron a meter mano por todas partes y revisar desde las axilas, hasta la ropa íntima”.
Dijo que en un principio ella y sus compañeras creyeron que solo se trataba de un operativo de las Fuerzas Federales, esto luego de que una vez que los militares revisaron a detalle el lugar posteriormente se retiraron y se introdujeron al salón aledaño.
-Guardia: “Los militares llegaron y entraron corriendo y lo primero que hacen es asegurarnos y golpearnos, impidiendo que nos comunicáramos para dar aviso, nos pusieron pecho tierra y sin dejar de golpearnos, los demás soldados entraron al salón y solo se escuchaba que las chicas gritaban, pero nosotros nada podíamos hacer”.
Mientras esto sucedía la música del lugar por un momento se pausó y el terror se apoderó de todos los presentes, nadie sabía lo que pasaba y no imaginaban que sus vidas estaban en manos de estos arrogantes uniformados.
-Testigo: “Yo solo vi que los soldados metieron a los cuartos a las mujeres y otros más tomaron a unas chicas para bailar y pedían que continuara la música, mientras que en la barra también pedían al cantinero les abrieran botellas de cerveza y comenzaron a tomar, como si se tratara de un festejo”.
-Paola: “Richar había vuelto, pero esta vez con uniforme militar y con arma, se dirigió a mí nuevamente y me obligó a entrar a un cuarto, donde otra vez dos hombres entraron junto con él y de manera violenta me despojaron de mi ropa”.
“En ese momento yo solo pensé en mis hijos y quería salir corriendo y llegar hasta donde ellos estaban, pero eso me fue imposible, estos tres soldados me violaron cuantas veces quisieron y Richar lo grabó todo, el mismo les ordenaba que me hicieran cosas”.
“Fueron los peores momentos de mi vida, creí que no saldría viva de esto, solo pensaba en mis hijos, tenía tanto temor de no volverlos a ver, yo solo bailaba para llevar el sustento a mi casa, todas las que ahí trabajábamos lo hacíamos por necesidad y no por gusto”.
Paola se convirtió en víctima de abuso sexual, de tortura, amenazas y privación de la libertad por el grupo de militares que irrumpieron con la tranquilidad de aquella zona roja de Castaños.
“No sé cuánto tiempo fue el que pasó, pero todo lo que me hicieron me dolió mucho, duele recordar las cosas, pero soy una mujer valiente y hoy poco a poco estoy logrando superar ese terrible trauma que quedó”.
Por su parte, el testigo que contó su experiencia, dijo que mientras las mujeres eran abusadas sexualmente, en el salón todo parecía normal, los militares pedían música y se les complacía, así como las botellas de alcohol les eran facilitados, obviamente bajo amenazas que previamente habían recibido.
El terror no solo quedaba en este lugar, pues mientras unos soldados seguían con la diversión en el Pérsico, otros más regresaron a “Las Playitas”, donde de la misma manera, tomaron a los guardias y los sometieron, mientras que las mujeres formaron parte de su lista de víctimas.
-Brisa: “Entraron por segunda vez los militares y no sabíamos por qué regresaban, pero esta ocasión llegaron más violentos, nos apuntaron con las armas y nos comenzaron a tocar, en sus manos tenían gas lacrimógeno o alguna otra sustancia que, al momento de tocar nuestras partes íntimas, me irritaba tanto que no soportaba el dolor”.
En ambos salones de la zona roja se vivieron varias horas de pánico, lo que para las víctimas era enfrentar al demonio, pues ellas fueron las más afectadas porque estos sujetos sin piedad alguna introdujeron en sus partes objetos e incluso se mencionaba que con las armas largas que estos uniformados portaban llegaron a violar a las mujeres.
-Brisa: “Nos sacaron a la parte trasera del salón y donde metieron mano a mis partes, ellos tocaron un tanpax que tenía, estaba en mis días de menstruación y ni eso fue impedimento para que estas bestias abusaran de mí”.
“Me dieron un cachazo en un costado y me comenzaron a desnudar, mientras que con las armas nunca dejaron de apuntarnos, yo pensaba que me iba a morir, que nos matarían, tenía mucho miedo y mucho coraje que estos soldados nos hicieran eso”.
“Después de violarnos y golpear a la gente, ellos salieron del lugar, pero ya era casi el amanecer, nos quedamos por un momento sin saber qué hacer, todos nos veíamos unos a otros y por el rostro de mis compañeras, pude darme cuenta que ellas al igual que yo estaban aterradas”.
Mientras que en el Pérsico, “Paola”, sus compañeras y los ahí presentes, seguían siendo torturados por los elementos castrenses, quienes por más de tres horas hicieron con las 14 chicas lo que quisieron.
-Guardia: “A mí y a los otros empleados nos metieron a un restaurante que estaba al salir del salón, estábamos ya todos golpeados y asustados, eran como las 5 o 6 de la mañana y escuché rodadas de vehículos y los soldados que estaban cuestionándonos empezaron a salir del lugar”.
“Me asomé y vi que un convoy de militares entraba por la brecha y de rato los soldados que estaban adentro salieron todos en fila y los subieron a las unidades, para luego retirarse”.
Este testigo, dijo que desconocía quién o quiénes habían dado parte a los superiores de ellos, sin embargo, a pesar de todo lo que estos elementos cometieron, ni el convoy que llegó a frenar las agresiones brindó atención a las víctimas.
“Ya después de que se fueron, todos salimos y las mujeres en su mayoría corrieron hacia el monte, gritando y llorando, unas iban sangrando de sus partes y se quejaban mucho. Cuando yo vi eso, pude comparar que lo que a nosotros nos pasó no fue tan grave como lo de esas mujeres”.
-Paola: “Cuando ellos salieron del cuarto donde me tenían, yo esperé por un momento más a que ya no regresaran y pasados unos minutos, salí de la habitación y sin rumbo fijo comencé a correr, cuando reaccioné estaba entre el monte y llena de espinas y sangre”.
“Escuchaba que otras mujeres corrían también pero no pude identificarlas, solo eso recuerdo, después me desmayé o no sé qué pasó, pero cuando desperté estaba en una cama en el hospital, no sabía cómo había llegado hasta ahí”.
Después de esta pesadilla que vivieron, las víctimas de esta tragedia recuerdan a detalle esas escenas que se vivieron en los salones de la zona de tolerancia, hechos que han logrado sobrellevar en su vida cotidiana y a 15 años de esto han logrado reintegrarse a nuevos proyectos de vida.
La Licenciada del Centro de Orientación y Protección a Víctimas de Violencia Intrafamiliar, Sandra de Luna, detalló que a estos reprobables actos cometidos por soldados afortunadamente se les pudo dar un proceso legal y conveniente para las víctimas, quienes hoy en día aún recuerdan esa trágica noche.
Reconoció la abogada la valentía que tienen las mujeres quienes denunciaron a sus agresores, y hasta hoy no han desistido de estas acusaciones, logrando que algunos de sus ellos aún estén pagando condena por el abuso que cometieron.
Señaló que se logró que los elementos castrenses que participaron en este acto fueran condenados por el Fuero Común, hecho histórico para la Nación, ya que por primera vez se logró que uniformados del Ejército Mexicano no fueran sancionados por una corte militar.
Mencionó que en su momento fueron 8 los procesados, sin embargo, los cargos de cada uno fueron distintos, lo cual permitió que algunos lograran su libertad bajo fianza, mientras que los aún presos enfrentan cargos de hasta 41 años de cárcel.
Resaltó que actualmente se encuentra vigente una orden de aprehensión en contra de Norberto Vargas N, ex Subteniente del Ejército Mexicano, a quien señalaron las víctimas de haber sido el principal participante de abuso, quien ordenaba y autorizaba a los uniformados hacer lo que quisieran con las mujeres.
Argumentó que estos elementos del Ejército Mexicano pertenecían en su mayoría a la zona militar del 14 Regimiento de Caballería Motorizada con destacamento en Múzquiz, Coahuila, asignados en esa fecha a esta zona para custodiar paquetes electores, ya que se llevaba a cabo un proceso de elecciones.
Después de la tragedia la zona de tolerancia siguió operando sin restricción alguna y fue hasta el año 2008 que cerró sus puertas, quedando este sitio en total abandono.
En un recorrido realizado por esta zona, pudimos constatar que el lugar se encuentra destruido y desmantelado, mientras en el salón “Las Playitas”, la cortina metálica permanece sin candados. En el interior de los cuartos del “Pérsico” encontramos prendas íntimas, preservativos, algunos artículos de dama y hasta latas de leche en polvo para bebe.